The Highliner, o como cargarse un diner mítico

Aparece en la primera secuencia de Manhattan de Woody Allen y eso es para muchos motivo suficiente para peregrinar hasta el diner Empire (Chelsea) en su primera visita a Nueva York. Por supuesto a la especulación inmobiliaría le importa tres pepinos -nunca mejor dicho- que este restaurante sea uno de los más míticos de la ciudad y, por lo visto, el negocio no ha pasado por sus mejores momentos en los últimos años.

Aunque esperábamos encontrarlo cerrado, este pasado agosto ya había vuelto a abrir sus puertas. Pero -oh sorpresa- ahora se llama The Highliner, en referencia al paseo cercano construido en una antigua línea de metro elevada. Aunque por suerte no ha habido ningún genio que haya decidido cargarse el exterior, basta sentarse en una mesa para notar que la modernez ha llegado a este diner.

Pese a que en la carta había alguno de esos platos con nombre bastante pretencioso, lo cierto es que no se salía demasiado de los clásicos de este tipo de locales. Como buenos turistas acabamos cayendo en las hamburguesas. La que lleva aguacate estaba realmente buena, pero la verdad es que eso tampoco tiene mucho mérito en Nueva York.

El lugar estaba vacio y los cuatro gatos que optaron por quedarse en la terraza llevaban (como nosotros) el cartel de turistas pegado en la frente. La camarera era casi tan ineficiente como antipática y, en resumidas cuentas, ese diner resultaba tan cálido y acogedor como un fast food de aeropuerto.

Sales de allí pensando que igual es una mala noche. Que a la camarera en cuestión le acaban de dar puerta en un musical de Broadway o que han abierto hace poco y los parroquianos aún no se han enterado. Incluso conservas la esperanza de que la culpa sea tuya por ir de guiri buscando un lugar como el de las películas.

Pero no. No era sólo una mala impresión fruto de una visita puntual y con muchos prejuicios y mitos a cuestas. A los pocos días en The New Yorker publicaban una crítica  demoledora. «The body remains, but the soul has vanished«. El alma del Empire ha desaparecido, por mucho que el cuerpo se mantenga en su sitio.

 

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