Ocurre en todas las ciudades especialmente turísticas: la convivencia entre visitantes y habitantes no siempre es sencilla, y mucho menos cuando llega el verano. Barcelona, con más de 8 millones de turistas anuales, es tal vez uno de los casos más conocidos del país, y un ejemplo perfecto de la situación que se repite en muchos lugares en los que los intereses económicos y la dependencia que muchos sectores tienen de los visitantes hace que no sea sencillo buscar el punto de equilibrio.
Es verdad que el tema del street food (comida callejera) y las propuestas que se acumulan cada fin de semana empieza a ser un poco agotador. Pero, ¿y si la gastronomía sirviera para devolver, al menos durante unos días, algunas calles y barrios a los ciudadanos? Hablamos, por ejemplo, de Las Ramblas, el caso más evidente de lo que podría calificarse como ‘zona cero’ del turismo masivo en la ciudad. Considerado todavía por guías poco actualizadas como uno de los paseos más bonitos de la ciudad, en realidad son contados los habitantes que se animan a acercarse a esta selva.
Desde hace ya tres años Tast a la Rambla pretende ejercer de oasis en esta situación. Un fin de semana en el que la gastronomía sirve de excusa para “reivindicar La Rambla como un gran eje lúdico barcelonés para todos los públicos”, según explican los organizadores. De hecho, desde el ayuntamiento de la ciudad Condal se explica que los fondos dedicados a colaborar con esta iniciativa provienen de lo que se recauda de la tasa turística.
Así que, a partir de hoy y hasta el domingo a última hora, más de 50 restaurantes acercaran sus mejores platos, tapas y bocadillos a un evento en el que, más allá del interés gastronómico, hay otro dato que llama la atención: de los más de 500.000 visitantes de las últimas ediciones, el 65% es local. Algo inaudito en esta zona de Barcelona en la que encontrar un barcelonés no suele ser tarea fácil.
Tast a la Rambla no es otra cita más de street food, sino que aquí también hay espacio para la alta gastronomía -en algunos casos hablamos de los mejores restaurantes de la ciudad-, que pone los pies en la calle a unos precios relativamente populares para el tipo y nivel de comida. En la larga lista de participantes de este año es posible encontrar las propuestas de Espai Kru, Dos Palillos, Gaig, Caelis, Mano Rota, Oaxaca, Petit Comitè o Via Veneto entre otros.
Pero no se trata de dejar fuera a los visitantes. De hecho, este tipo de festivales puede ser también una buena forma de dar a conocer la auténtica gastronomía de la ciudad, salvando a los despistados de las garras de los lamentables menús que muchas veces proliferan en estas zonas más turísticas.
Tast a La Rambla no es la única propuesta en esta misma dirección. Sin ir más lejos, el siguiente fin de semana, los locales del barrio del Born -donde también la presencia del turismo es, salvando las distancias, considerable- toman la calle y sacan sus pucheros a Born Street Food.

Organizado por la asociación Barcelona Born Gourmet, que reúne a algunos de los restaurantes y comercios más carismáticos de este barrio -en su momento, auténtico centro neurálgico de la gastronomía por su mercado y su proximidad al puerto-, el ambiente festivo y los platos locales han sido la clave del éxito de anteriores ediciones.

Una fiesta a la que, por cierto, un año más nos apuntamos con nuestro ya tradicional curso de fotografía unido a una ruta de tapas por el barrio. Un estupendo plan para pasar la mañana del sábado aprendiendo a hacer mejores fotos, sacarle todo el partido a la cámara o el móvil, y descubrir las propuestas gastronómicas más auténticas del Born de Barcelona.
¿Son este tipo de iniciativas gastronómicas el camino para recuperar barrios y zonas que prácticamente se han abandonado en manos del turismo? El tiempo dirá, aunque posiblemente haga falta mucho más. De momento, ver Las Ramblas y el Born repletos de gente de Barcelona es, sin duda, una fotografía mucho más atractiva que las despedidas de soltero, los gorros mexicanos y las riadas de turistas recién bajados del crucero.