¿Alguien se imagina un restaurante inglés especializado en paellas que se anime a abrir en Valencia? La comparación tal vez es un poco exagerada, pero describre bastante bien cómo muchos italianos perciben la llegada al país del primer Starbucks.
Una apertura que se ha hecho esperar décadas y que poco tiene que ver con el aterrizaje en el resto de países donde opera esta cadena de cafeterías, sin duda la más conocida del mundo. Y es que jugar con la cultura del espresso en el país del café no parece un tema menor.
Milán ha sido la ciudad elegida -en Nápoles no se atreven, bromean algunos- para abrir el que posiblemente sea el Starbucks más espectacular del mundo.
Y es que se trata de un Starbucks Reserve Roastery, según la denominación usada por la marca para sus locales más emblemáticos en los que no sólo se sirve café, también se tuesta. La de Milán es el tercero de este tipo que abren y basta echar un vistazo a las fotos para entender la singularidad del proyecto.
Hay casi 150.000 cafeterías en Italia -apuntan desde Eater-, así que la pregunta que todo el mundo se hace es si realmente el país necesita una más. Concretamente una como Starbucks, en la que pagar mucho más por un café que aquí, en general, es barato, bueno, intenso -cuidado con quemarlo o que sea amargo, eso sí- y se toma de pie en la barra y en un momento.
“Dedicado a Milán, la ciudad que inspiró nuestro sueños. Cada café que servimos nos trae aquí”, reza un cartel a modo de declaración de intenciones o de disculpas por adelantado en este local.
El creador de la compañía, Howard Schultz, asegura que fue en esta ciudad del norte de Italia donde realmente surgió la idea de llevar por todo el mundo la cultura del café que había visto en Italia. Así que esta apertura viene a cerrar el círculo tras 30 años de historia de la empresa.
Pero pese a este aparente respeto a la cultura cafetera del país, al espectacular local y tostadero, y que a la llegada al país se haya hecho de la mano de Princi, una prestigiosa cadena de pastelerías italianas, la polémica era inevitable.
“Se está cuidando mucho el tema”, nos explicaban hace ya años -cuando se empezaba a hablar de la posibilidad de abrir en Italia – los responsables de la marca en España desayunando precisamente en un Princi de Londres .
Ahora, por cierto, Starbucks se llevará esta reputada marca a Estados Unidos, con lo que estamos ante uno de esos acuerdos globales entre dos gigantes de la hostelería.
Algunos no auguran mucho futuro a los cappuccinos a 5 euros de Starbucks, mientras que otros dejan a un lado el criterio económico y simplemente hablan de ofensa cultural a uno de los pilares gastronómicos de Italia. ¿Se llenará de adolescentes en busca de un café como los de la televisión o se lo llevarán de paseo por la calle porque es lo que han visto en el cine?, se preguntan otros.
Incluso medios estadounidenses van más allá y se cuestionan si Starbucks conseguirá cambiar la tradición cafetera de todo un país como ya ha ocurrido en otros lugares. Hace apenas una semana que ha abierto, así que por ahora todo son preguntas y conjeturas.
Pero una cosa parece clara: ni Starbucks quiere que esto se vea como una invasión, ni en Italia parecen muy dispuestos a que venga alguien de fuera a explicarles cómo hacer o tomar café.
Dice bien el articulista. Un inglés que abra un restaurante especializado en paellas en Valencia, como lo acogerian los valencianos? De esto se trata. Se llama colonización camuflada. Desde que el mundo anglosajon perdió el imperio ha utilizado dos caballos de Troya para hacerse con el dominio del mundo: el idioma y el dinero. La así dicha economía o capitalismo global no es nada más que esto, una colonización anglosajona sin muertos ni heridos. Excepto que un muerto sí lo hay, o sea la cultura local. Harían bien los italianos a no ir a Starbucks hasta que cierre por faltas de clientes. Salvarian 2 cosas: su cultura del café y darían el impulso que en otros paises hagan lo mismo. La explotación cultural por sacar beneficios económicos será legitima pero es avergonzosa. Destruye todo el llegado de la diversidad que es la riqueza de la condicion humana. Paella a los Valencianos y café a los Italianos. Fuera Starbucks de Milano. Yankee, go home!