Si la mala alimentación mata más que el tabaco, ¿por qué no aplicar a la industria alimentaria las mismas reglas?

A estas alturas todo el mundo habrá visto el titular: un estudio asegura que comer mal mata más que el tabaco. Algo que, por aclarar lo obvio ante los comentarios que hemos escuchado a algunos fumadores, no significa que el tabaco no mate, sino que un fumador que coma mal tiene el doble de boletos en la rifa. Por si había dudas.

Pero volviendo al tema, la impactante comparación viene a confirmar lo que recientemente aseguraba otro estudio: el consumo de alimentos ultraprocesados tiene un efecto directo en la esperanza de vida.

En realidad, ya había datos colaterales que apuntaban en esa misma dirección -empezando por los disparados índices de obesidad infantil en muchos países desarrollados-, pero ahora estos dos estudios refuerzan esa relación estrecha entre alimentación y salud. Para bien, pero también para mal.

Las cifras son realmente escandalosas: una de cada cinco muertes en el mundo tiene que ver con la alimentación, y entre las causas más concretas se citan el exceso de sodio -ojo que la sal amenaza con ser desde hace tiempo el nuevo azúcar- y las pocas verduras, frutas y legumbres que se comen.

Por cierto, no se matiza en este estudio -no era el tema-, pero adelantándonos al comentario de turno: sí, lo que más muertes provoca no es comer mal, sino no comer.

Con este panorama, y aunque la buena noticia sea que España ocupa el tercer puesto en el ranking de países donde mejor se come del mundo -en términos de salud, un dato que la verdad sorprende-, no deja de ser curioso que todavía haya quienes no duden en llamar exagerados a los nutricionistas cuando ponen el grito en el cielo ante todas esas triquiñuelas que usa la industria de la alimentación para colar sus productos.

Si está demostrado que las consecuencias de una mala alimentación son equiparables al tabaco y son muchos los que desde hace años afirman que el comportamiento de la industria es similar al de las tabacaleras en su momento -negar lo evidente, cambiar el discurso, controlar la información…-, la pregunta es obvia: ¿a qué esperan los países para aplicar una regulación similar a la que en su día se uso para la industria tabaquera?

Frente a algo que parece lógico, cada vez que se habla de impuestos a los refrescos, el azúcar o la comida rápida, no faltan los que aseguran ser mayorcitos para saber qué comer sin que el Estado intervenga en el tema. Exactamente lo mismo que sucede cuando en la ecuación entran los menores. ¿Cómo es posible que se permita la publicidad de alimentos ultraprocesados para niños o su venta en espacios públicos?

Que sí, que tú -padre liberal y políticamente incorrecto- le das unos Phoskitos a tu retoño cuando quieres. Pero exactamente igual que pondríamos el grito en el cielo si hubiera máquinas de tabaco en los colegios o publicidad como esa de ahí arriba -en su momento parecía normal-, ha llegado el momento de ponerle normas a una industria que, sorpresa, no va a autorregularse.

Podrás seguir comiendo lo que te de la gana, faltaría más. Igual que puedes seguir fumando. Pero las empresas que se lucran con la mala alimentación tendrían que, por lo menos, compensar con ciertos impuestos el gasto sanitario que provocan, y tener una regulación y control más fuerte, no sobre lo que pueden vender, pero sí sobre lo que tienen que explicar para hacerlo.

4 COMENTARIOS

  1. En España hay 360 lobbies… y no hay ley sin ellos

    21/02/2014

    En la capital de la Unión Europea hay registrados más de 6.000 grupos de interés o de presión, de los cuales 360 son españoles.

    En nuestro país seguimos teniendo una imagen un tanto peyorativa del lobby, aunque el cien por cien de nuestras leyes están sometidas al escrutinio de los grupos de presión.

  2. Dice ser Josean, si que existe una mala alimentación. He sido entrenador en varios colegios (nada exigente, los niños entre 8 y 12 años iban a pasarse el rato jugando un rato) y te sorprendería la cantidad de niños que todos los días al recogerles les llevaban un bollycao, phoskitos o la bolsa de turno. Incluso hablando con algún padre comentaba que a su hijo le daba todos los días de comer macarrones y filetes de polo o de lomo con patatas porque no comía otra cosa… Por mucho que quieras, ese tipo de alimentación no puede ser saludable para nadie y menos para un niño.

    Hay que enseñar a comer variedad, para los padres es más cómodo comprar un bollycao que preparar un bocadillo de jamón o queso a sus hijos…

  3. HUMOR NEGRO

    Que les parece una viñeta donde se vea a uno de la industria alimentaria dándole un sobre lleno de billetes de 500 euros a un político

  4. Porque no existe la «mala» alimentación, sino los malos hábitos, siendo la alimentación sólo una parte de ellos. Lo que es «mala» alimentación para alguien puede no serlo, o incluso ser «buena» para otra persona. Por eso no te existen las dietas milagrosas.

    El tabaco en cambio es siempre perjudicial para todo el mundo, independientemente de que afecte más a unas personas o a otras, pero siempre es negativo para la salud.

    Por supuesto, es importante que se de toda la información nutricional de lo que consumimos,.

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