«Por favor, indíquenos su elección sobre la propina». Una frase que no sorprende en países donde se trata de una práctica no ya habitual, sino casi obligatoria. En lugares como Estados Unidos, lo de sumar un 10 o 15% al ticket no es una opción. Incluso por allí los tickets tienen un espacio para que indiques cuánto sumar antes de pasar la tarjeta para pagar.
La historia es de sobra conocida: salarios de miseria que convierten los ingresos por propinas en la parte principal del sueldo del personal de bares y restaurantes. Una práctica, por cierto, cada vez más cuestionada por allí, aunque seguramente pasarán años hasta acabar con ella y convertir la propina en algo opcional y desvinculado del sueldo.
Todavía no he digerido la violenta escena de la camarera explicándonos la propina que les podíamos dejar, escrita con caritas contentas en el tiquet. Vaya papelón les hacéis hacer en La Barra… pic.twitter.com/69cqeoNSBD
— Josep Roca (@elmorrofino) November 8, 2022
Pero volviendo al ticket protagonista de esta historia, parece que hay restaurantes de Barcelona y Madrid que creen estar en Ohio. Así lo comentaba hace unos días Josep Roca -autor de elmorrofino.com– en su cuenta de Twitter al comprobar, sorprendido, el ticket del restaurante La Barra.
Este local de Barcelona, que ahora también ha abierto en Madrid, sugiere en sus tickets la propina que el cliente debería dar. Por si queda alguna duda, unas caritas indican la reacción del personal si se opta por no dejar propina, si se suma un 5% o lo felices que son con un 10% de aportación.
Es más, parece que los camareros también explican cómo funciona el sistema. Lo que, claro, genera una situación un poco incómoda para el cliente que, por la razón que sea, no quiere dejar propina. O no le gusta que le presionan de forma tan evidente y poco sutil. Es fácil de entender, la verdad.
«El 100% de la propina va destinada a camareros y cocineros», se indica en el mismo ticket. Una explicación que casi empeora la cosa. ¿Acaso sería entendible otra cosa? Que igual ocurre en algunos negocios, pero es algo así como poner un cartel de «nos lavamos las manos después de ir al baño».
Cuesta creer que esto sea idea de los trabajadores del negocio. Cuesta imaginar que realmente funcione y que la reacción pública de ese tuit sea la única que han experimentado en los años de vida del negocio.
En España, por suerte, la propina es opcional. Y, bajo ningún concepto, se puede dar a entender que los ingresos de los camareros y un sueldo digno dependen de que tú decidas aportar un 5 un 10 o un 0%.
Ahora que tanto se habla de la subida de precios de los menús para poder pagar mejores sueldos, incluir en la ecuación las propinas como en Estados Unidos es una pésima idea.
En algunos países europeos, como Alemania o Austria, pasa lo mismo. Te vienen con el TPV y tienes que marcar delante del camarero la propina (5 o 10), y te dicen claramente el precio y te indican que ese precio es sin propina.
Muy incómodo.
La propina, esa nefasta costumbre que algunos premios tradicionalmente maltratados, han institucionalizado a modo de «paguita» que tiene que pagar el cliente.
No,amigos camareros, el cliente ya ha pagado por el servicio, que está incluido en el precio. Ustedes no dan propina cuando el profesor enseña bien las matemáticas a sus hijos, verdad? O cuando el mecánico les arregla bien el coche o cuando el médico les trata bien su enfermedad o la cajera del supermercado les pasa la compra a una buena velocidad y con un trato amable. ¿Por qué los demás sí tenemos que pagar suplemento porque ustedes simplemente hagan su trabajo? Porque sí, amigos, hacer bien su trabajo no es una deferencia suya que haya que agradecer, es su maldita obligación, como la de todo el mundo en sus respectivos empleos.
Si sus condiciones laborales son malas, que nadie lo niega, y muchos lo sabemos porque también hemos trabajado poniendo copas o sirviendo mesas alguna temporada en nuestra juventud, lo que tienen que hacer es sindicarse. unirse y exigir mejoras tanto salariales como laborales, empezando por esos contratos con jornada de 8 horas que está totalmente asumido que se transforman mágicamente en jornadas de 10 y hasta de 12 horas, y aquí no pasa nada, ni inspecciones de trabajo, ni horas extra ni leches. La hostelería es el Far West. Ole!
Lo sabemos, y tienen todo nuestro apoyo, amigos camareros, pero no la paguéis con nosotros ni nos pidáis «limosnita» porque vuestro jefe es un parásito explotador. Organizaos y luchad. Punto.
*Gremios, no premios