¿Qué quiere decir tu madre con «eso tú ya lo ves»?   Lección 7: Arroz con leche

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Por Ninna Jorro

Finales de mayo y tú con la operación bikini aún por empezar. «Todavía hace fresco – te dices – tengo tiempo: la semana que viene verdurita en vez de patatas, salgo a correr – perdón, a hacer running – y ¡listo!». Tras ese pensamiento, te invade la desazón y te pones filosófico. A ver… si el ser humano tuviera que ser delgado, Dios le habría dado al apio el sabor de un Big Mac y al yogur desnatado 0% el del arroz con leche… Arroz-con-leche, te repites mientras te conviertes en Homer Simpson.

Lo has decidido, vas a darte un último homenaje antes de enfundarte en tu atuendo runner que todavía lleva la etiqueta puesta, descargarte una App motivacional random, salir a quemar calorías y empezar a decirle a todos tus amigos y conocidos, no sin cierto aire de superioridad: «¿Cómo? ¿Qué no sales a correr? Es liberador, deberías probarlo». Si ellos supieran…

Arroz con leche, el nombre lo dice todo: arroz y leche, dos básicos de la cocina universal juntos para tu disfrute personal. No puede ser muy complicado, no pero necesitas unas cuantas instrucciones. Ha llegado el momento, descuelgas el teléfono listo para pedirle a tu progenitora la receta de su arroz con leche. Coge aire, no hay Apps motivacionales para superar este obstáculo pero tranquilo, estamos aquí para ayudarte.

– ¿Mamá?
– ¡Hola, hijo! ¿Cómo estás?
– Bien, mami, ¿y tú?
– Pues mira, justamente ahora muy cabreada. ¿Te crees que la Toñi no me ha invitado a la comunión de su chiquillo?
– Bueno, mamá, no se lo tengas en cuenta, se le habrá pasado.
– ¿Que se le habrá pasado? ¡Pues vaya excusa! Las cosas no se hacen así porque yo siempre la he invitado a todo y cuando su padre estuvo malo, ahí estuve yo. Que a ver, yo tampoco pensaba ir porque no pinto nada yo ahí…
– ¿Entonces?
– ¡Ay hijo! ¡Pues qué menos que invitarme aunque sólo sea por tener el detalle! Le había comprado una cruz al chiquillo pero ahora me la guardo para cuando tú tengas uno. ¡Qué yo no sé si es que piensas esperar a que me muera!

¿Ves? Ya has pillado. ¡Al grano, hombre!

– Bueno mamá, que yo te llamaba para que me dieras la receta del arroz con leche.
– ¿El arroz con leche? Pero, ¿cuál? ¿El mío? ¿O el de tu abuela?
– No sé, ¿no son el mismo?
– ¡Hombre, no! Son parecidos, pero el mismo no.
– Pues no sé, mamá, pues el de la abuela.
– ¿¡Te gusta más el de tu abuela!? Es que eres igual que tu padre.
– No, mamá, ¡si yo creía que era el mismo! Dame la tuya.
– Bueno, necesitas leche, arroz, la piel de medio limón, un poco de piel de naranja, canela en rama y azúcar.
– Ahá, ¿Cuánto de cada?
– De leche… un litro, te llegará; azúcar 7 u 8 cucharadas y arroz un vaso, bueno si es grande medio. ¿Cómo son tus vasos?
– Pues no sé, normales… ¿Cómo sé si es mucho?
– Ay hijo, pues tu mira si tu vaso es normal o es más grande, así de sencillo.

Problema #1: ¡Si es que no aprendes! Tu madre y el sistema métrico decimal son enemigos irreconciliables y como ya habrás aprendido en estos años de aprendizaje cocinillas, el vaso que para tu madre es grande para ti es un vaso normal o a la inversa. Porque, ¿qué medida es «normal» para ella? ¿Un vaso de tubo? ¿Un «mini» de Kalimotxo»? ¿Esos vasitos pequeños que no usaba nunca pero que ahí seguían en la vitrina? Ni nosotros, ni Iker Jiménez, tenemos la respuesta. Te diremos, pues, que necesitas entre 150 y 200 gramos de arroz, depende de lo espeso que te guste.

– Lo primero que tienes que hacer es hervir el arroz en agua. Tu abuela lo hacía directamente en la leche pero a mí me gusta más así.
– ¿Cuánta agua?
– Pues poquitina, lo justo para cocer el arroz sin que se quede seco. En otra olla pones la leche, el azúcar, la rama de canela y las pieles de limón y naranja. Cuando el arroz haya estado un rato cociendo en el agua lo pasas a la leche para que cueza otro ratín hasta que esté casi hecho…
– A ver, a ver, a ver… ¿cuánto tiempo tiene que estar en el agua? ¿Y cuánta agua exactamente?
– Pues no sé, hijo, no tengo un cronómetro… Cuando veas que empieza a estar hecho pero aún durito, ¿sabes?

Problema #2: Cuando veas que empieza a estar hecho… ¿Cómo se sabe que el arroz empieza a estar hecho? ¿Y cuánta es el agua justa para cocer el arroz? ¿Existe una fórmula matemática para calcularlo? Lo suyo sería que científicos de todo el mundo aparcaran investigaciones triviales – como desvelar las incógnitas que rodean al origen del Universo – y se pusieran con cosas como esta que de verdad son importantes. Como la ciencia está aún a años luz de resolver el problema, te damos una solución de andar por casa que funciona muy bien. Debes cubrir el arroz completamente con agua, de modo que el nivel del agua quede dos dedos por encima de él. El tiempo de cocción aproximado es de 10 minutos, verás que tras ese tiempo el cereal habrá absorbido la mayoría del agua.

 – Sacas el arroz del agua con una espumadera y lo echas a la leche, que ya tiene que estar hirviendo. Lo dejas cocer ahí un ratito más, un cuarto de hora, más o menos. Vete removiendo cada poco con una cuchara de madera para que no se pegue. Ve con cuidado de que no se pase, para eso lo mejor es que lo vayas probando a ver cómo está.
– Ahá
– Cuando esté, apagas el fuego. Le quitas las pieles de limón y naranja y la ramita de canela. Lo mejor es que lo pongas en una fuente y cuando esté frío, lo metes en la nevera.
– Muy bien, mamá, gracias. Oye, una cosa: ¿se puede hacer con leche desnatada?
– ¡Pero qué tonterías dices hijo!

Problema #3: Con tus tonterías pre-veraniegas, no podemos ayudarte. NO, no puedes hacer arroz con leche con leche desnatada. A ver, como poder, sí puedes, pero pasarás la eternidad en el infierno culinario donde sólo se te permitirá comer platos texturizados: o espumas, o gelatinas, en tus manos lo dejo… Y por si te lo preguntas, TAMPOCO puedes usar arroz integral, ni basmati, ni salvaje de ese de tres colores del super. El arroz tiene que ser redondo y pequeño y la leche, entera y de vaca.

– Si quieres, cuando lo vayas a comer puedes ponerle un poco de canela en polvo por encima. Tu abuela le ponía azúcar y lo metía un poco al horno, eso ya como tu veas.
– Vale, mamá, lo tengo todo ya. A ver qué tal me sale.
– A ver, a ver… Ya me contarás. ¡Y a ver si te buscas una chica pronto! ¡Qué se te va a pasar el arroz! ¡Jajajaja!

¡Menuda chispa tiene tu madre! ¿Eh?

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