Es uno de esos parajes relativamente próximos -según dónde nos pille, claro- a los que siempre merece la pena organizar una escapada. Ya sea por su gastronomía o por sus paisajes, el Delta del Ebro se convierte en un gran plan si, a estas alturas del verano, todavía no tenemos muy claro dónde pasar unos días.
Por allí estuvimos hace ya tiempo -de hecho hemos repetido varias veces- tomando buena nota de algunos de los mejores planes para descubrir el paisaje y la interesante gastronomía de una zona marcada por el Ebro, la costa y los clásicos arrozales del Delta.
Dependiendo de los días disponibles, será cuestión de adaptar la agenda para centrarnos en la zona del Delta o aprovechar, ya que estamos por allí, para adentrarnos un poco en la provincia de Tarragona, donde territorios como la Terra Alta son muy recomendables para los amantes del vino.
Empezamos nuestro recorrido en L’Ametlla, descubriendo el mundo del atún -e incluso bañándonos con ellos, para los que se animen- de la mano de Balfegó. Una actividad muy original de la que ya hablamos hace tiempo y que ahora en verano se convierte en un plan muy interesante para toda la familia.
En esta misma localidad, la cocina marinera y el atún son los protagonistas de la carta de La Llotja. Nada mejor para poner en práctica todos los conocimientos recién adquiridos sobre el atún que degustar algunos de sus mejores cortes, y los platos que elabora Marc Miró en esta casa.
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Sant Carles de la Ràpita es otra de las localidades más conocidas de la zona, situada al sur del Delta. Justo allí nos encontramos con otra de las actividades más interesantes para asomarse a la gastronomía y productos de la zona: Musclarium. La visita y degustación de las ostras y mejillones que se crían en las bateas del Delta es, sin duda, un gran plan.
Y ya que estamos por allí, no podemos perdernos ni las interminables playas del Delta ni, sobre todo, los aficionados a la fotografía, la puesta de sol desde Punta de la Banya. Estamos también en un auténtico paraíso para los amantes de la ornitología, así que tampoco es mala idea quedarnos por aquí algunos días y disfrutar de la tranquilidad y el paisaje de la zona.
¿Dónde nos quedamos? El hotel L’Agadir del Delta es una excelente opción, tanto por su ubicación -perfecta para organizar una excursión en bicicleta y conocer los arrozales, por ejemplo- como por la gastronomía que ofrecen en la casa.
Probando la cocina de @anticmoli, Estrella Michelin 2017 para la cocina de Vicent Guimerà pic.twitter.com/DPO9qHGblU
— La Gulateca (@LaGulateca) June 3, 2017
Tras descansar unos días por allí, podemos ascender por el río Ebro hasta Tortosa y usar esta ciudad -con un interesante patrimonio arquitectónico y cultural- como segundo campamento base para descubrir la zona interior de Tarragona. El Parador de Tortosa, situado en la parte alta y con un clasicismo que tiene su encanto, es una buena opción para quedarse.
En Ulldecona, en la frontera con Castellón, el restaurante L’Antic Molí, con una Estrella Michelin, ofrece una interesante aproximación a la cocina del territorio con unos toques de modernidad que, por suerte, no desvirtúan la importancia del producto. Y por aquí cerca también, la cocina de Fran López en Villa Retiro es otra gran opción para conocer la mejor cocina del Delta.
Seguimos viajando hacia el interior de Tarragona, aunque no podemos irnos de aquí sin probar la clotxa, un plato tradicional del campo que merece la pena recuperar y reivindicar: un pan al que se retira la miga y se rellena con sardina, arengada, y tomates y cebollas asados, y que se remata con un buen chorro de los estupendos aceites de la zona.
Por ejemplo, en Horta de Sant Joan, podemos descubrir los aceites que elaboran en Identitat Extra Virgin Olive Oil. Las catas que organizan son una estupenda manera de descubrir las diferentes variedades y cómo se elabora este aceite de oliva virgen extra.
Aceites y vinos son, de hecho, los reyes de esta zona, donde la uva Garnacha blanca es protagonista de los excelentes blancos que se elaboran por aquí. La Catedral del Vi, en Pinell del Brai, es visita obligada no sólo para los aficionados al vino, sino también por el interés arquitectónico de esta construcción de 1922.
De hecho, no es mala idea comer en el restaurante Pagos de Híbera de la Catedral del Vi -cuya cocina está en manos de Fran López, de Villa Retiro– tras haber aprovechado el día visitando también la bodega Edetària de la Denominación de Origen Terra Alta.
Esta claro que planes y cosas ricas que probar no nos van a faltar por aquí, así que no hay excusas para no organizar ya mismo una escapada por la zona.
estos platos con un buen chorreon de aquí donde yo compro mi aceite de oliva https://aceitecsb.es/es/12-aceite-oliva-virgen-extra-en-Madrid es el mejor manjar que uno puede tomar