¿Qué es el «terrorismo del sushi»? En Japón con la comida no se bromea

Aunque el nombre pueda despistar, terrorismo del sushi no es lo que hacemos los occidentales al preparar o comer este plato nipón. Es verdad que la lista de errores que solemos cometer es larga, pero por ahora eso no es delito en Japón.

El denominado sushi terrorism es algo bastante más serio. Y no solo dentro de la siempre singular rectitud japonesa con sus cosas -para otras, ya tal-, sino que el tema ha escalado a nivel judicial y el otro día leíamos en The Guardian que había dos detenidos.

¿El delito? Meter sus palillos en un bol de jengibre encurtido que usan más personas. Efectivamente, una guarrada y una falta de respeto que tal vez un visitante puede cometer por error, pero que es inconcebible para un local.

De hecho, parece que se trataba de una broma que luego los terroristas en cuestión compartieron en redes, se viralizó, el restaurante los denunció y acabó interviniendo la policía. ¿Una chiquillada? Puede ser, pero los «chiquillos» en cuestión tienen 35 años.

El incidente ocurrió en un local de Yoshinoya en Osaka. Se trata de una de las cadenas de comida más populares del país, con miles de locales repartidos por todo Japón y conocidos por sus precios muy ajustados.

Una cena copiosa en una kaitensushi hace años. Tras el festín, toca contar los platos para calcular el precio

Tras la broma, el restaurante tuvo que cerrar, cambiar todo el jengibre -que suele estar en un bote en cada mesa- y desinfectar los utensilios y platos. El tema de la limpieza en Japón es, efectivamente, algo muy serio, incluso en los restaurantes más humildes.

¿Exagerado? Visto desde aquí, la verdad es que lo parece. Pero la noticia llega después de meses en los que este tipo de actos se repiten, sobre todo en locales populares y de kaitensushi, donde los platos van circulando por una cinta automática y cada comensal se va sirviendo lo que desea.

¿Y cuál es exactamente el delito que se les imputa? ¿Ser un poco tonto y compartirlo en redes sociales? ¿Atentando contra la sanidad pública? Pues no, la acusación es «obstrucción a la empresa», lo que suena más a algo económico que gastronómico.

Y es que, por lo visto, lo que para algunos son simples bromas, está afectando a la confianza de los clientes en la restauración del país. Así se explica la aparente dureza de la medida, que pretende servir de lección para futuros graciosos con ganas de tener su minuto de gloria chupando una botella de soja.

Tanto como chupar botes comunes o platos ajenos no, pero ahora mismo me costaría asegurar que nunca haya usado los palillos propios para servirme de un plato común. Si ha ocurrido, por suerte no lo he grabado.

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