¿Qué alimentos se pueden (o no) congelar?

(Foto: GTres)

Un clásico de cada año por estas fechas: la nevera demasiado llena y te vas en breve de vacaciones. Aunque lo intentas, es técnicamente imposible comerte todo, así que sólo quedan tres opciones: empezar a repartir entre vecinos y amigos, tirarlo -y la comida ya sabemos que no se tira- o probar a congelar.

Y es que, en realidad, se pueden congelar muchas más cosas de las que imaginamos. Sin ir más lejos, el otro día descubrimos que hasta los huevos se pueden congelar. Además de dar pie a numerosos chistes a cada cual más original, el tema ha sido la excusa perfecta para elaborar una lista con todo aquello que sí se puede congelar y los productos que no se llevan nada bien con este proceso.

Más allá de lo que todos más o menos sabemos que se puede congelar, es posible que no se nos haya ocurrido que esa media cebolla o ese medio limón que siempre andan huérfanos por la nevera y que amenazan con quedarse todo el verano allí dentro se pueden congelar perfectamente. De hecho, tener cebolla ya picada en bolsitas en el congelador puede ser de gran ayuda para adelantar una receta.

Aunque los puristas se horrorizarán un poco y hay cierto debate al respecto, nos consta que el queso soporta bastante bien la congelación. Al menos los más curados, aunque también es verdad que en la nevera y bien guardados aguantarán sin problemas agosto.

Tanto el arroz como la pasta ya cocidos también se pueden congelar aunque, pensándolo bien, ¿no será mejor guardarlos en la despensa sin cocinar? Aguantan perfectamente mucho tiempo en un tarro, así que no tendría mucho sentido cocinarlo para congelarlo. Y si son sobras, lo mismo: el resultado no será el mejor arroz ni la mejor pasta del mundo, pero se podrán comer una vez descongelados.

Los frutos secos y las hierbas aromáticas también se pueden congelar. Para estas últimas, lo mejor es picarlas, ponerlas en cubiteras, cubrirlas con agua y aceite, y usarlas después para cocinar alguna receta. No serán como las frescas, pero aguantarán bastante bien. Y lo mismo para el ajo, aunque también mejor ya picado.

De hecho, este mismo sistema funciona para muchas verduras, como el pimiento, el calabacín o el pepino. Una vez descongeladas no van a estar tan crujientes como frescas, pero para cocinar sirven perfectamente. En el caso del pepino, también hay quienes sugieren guardarlo cortado en rodajas para, directamente congelado, preparar en casa aguas de sabores o animar cócteles.

Tres cuartos de lo mismo pasa con las frutas. No hay que congelarlas enteras, sino troceadas y pensando en ellas como ingredientes para, por ejemplo, una tarta o una mermelada a la vuelta de vacaciones. Algunas como el plátano o las cerezas, directamente congeladas y en la batidora permiten preparar un helado casero o un granizado riquísimo y muy sencillo.

¿La leche se puede congelar? Sí y no. Si la idea es usarla como ingrediente de una receta, aguanta más o menos bien, siempre y cuando se descongele despacio, en la nevera. De hecho, así se debería descongelar todo lo que congelemos en casa. Sin embargo, si lo que queremos es un vaso de leche, usar leche congelada no es tan buena idea, puesto que afecta a la textura.

Si la buena noticia es que se pueden congelar bastantes más cosas de las que igual pensábamos -el pan no hace falta ni decirlo, ¿verdad?-, la mala es que hay algunos alimentos e ingredientes que se llevan fatal con el congelador.

La lechuga y similares (canónigos, berros, espinacas…) son un buen ejemplo. La patata tampoco soporta demasiado bien la congelación casera -no hablamos de ultracongelación industrial-, así que mejor en un lugar oscuro, donde pueden aguantar sin problemas mucho tiempo.

¿Nata? ¿Queso crema? ¿Yogur? Pues no, nada de congelador. En el caso del yogur, eso sí, puede servir para un helado más o menos socorrido, pero si la idea es descongelarlo y recuperar la textura original, no lo conseguiremos.

Y, por supuesto, el congelador tampoco es buena idea para ningún plato cocinado en el que la gracia sea algún ingrediente crujiente. Así que, evidentemente, descartada la idea de congelar cualquier frito o rebozado ya hecho.

Así que si tenemos croquetas en la nevera que nos han sobrado, no tendremos más remedio que comérnoslas antes de marcharnos. Sí, será un sacrificio, pero todo sea por irse de vacaciones con la nevera limpia.

1 COMENTARIO

  1. Yo congelo el queso curado cuando se compra mucha cantidad. Lo pongo en porciones má so menos grandes triangulares y las separo unas de otras con plástico de conservar alimentos. Luego voy sacando las porciones que necesito. Funciona bien, aunque si pasa algunos días luego fuera, en la nevera, por ejemplo,se pone como seco. Pero eso varios días después de sacarlo, que hice la rueba por ver cómo terminaba. Pero aguanta bastante en congelador.

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