Pérez Reverte y los tipos duros en la cocina

Decía Arturo Pérez Reverte el otro día en El Hormiguero que los niños no salen preparados para enfrentarse a la dureza de la vida. Que son (o somos todos los que no tenemos sus años) demasiado flojos, y que cuando el Titanic se coma el iceberg vendrán los lloros.

Nada nuevo porque todas las generaciones han dicho lo mismo de las siguientes. A los periodistas, de hecho, nos pasa mucho. Porque, como todo el mundo sabe, periodismo bueno era el de antes, no el de esta panda de tiktokers.

El caso es que las palabras de Reverte sobre la generación de blandengues que estamos criando me han hecho recordar tantas y tantas conversaciones con cocineros. En masculino, sí. Las cosas están cambiando en un sector que hasta hace poco casi presumía de su toxicidad, excesos y horarios infinitos. Un trabajo donde sólo los más duros aguantaban y en el que todo el mundo era un potencial enemigo de tu carrera hacia las Estrellas.

Algunos, sin embargo, parecen echarlo de menos antes incluso de que se haya ido. No lo dicen delante de la cámara, porque algo hemos avanzado y saben que queda regular, pero en los corrillos e incluso buscando la palmadita amiga de la prensa se sueltan. Y es ahí cuando se pone sobre la mesa un discurso que recuerda mucho al de Reverte.

La cocina -te cuentan- es un lugar duro y donde no se puede ser blando. Los chavales llegan y preguntan qué día libran o dicen que quieren trabajar ocho horas, comentan entre carcajadas. Nosotros -recuerdan otros con aparente nostalgia- dormíamos en camastros y trabajábamos mil horas sin cobrar.

Una mili entre pucheros para forjar cocineros fuertes del futuro. Así crecieron ellos y el cambio de paradigma parece haberles cogido con el paso cambiado. Lejos de querer para los compañeros jóvenes las condiciones y derechos que ellos no tuvieron, parecen exigirles los mismos sacrificios y penurias que tuvieron que sufrir. ¿Por qué? Porque el mundo es así, el Titanic, el iceberg y todo eso.

Por suerte, cada vez hay más voces que se salen de ese discurso. El cocinero Julián Otero lo contaba en una columna de opinión magnífica en Hule & Mantel. Series como la famosa The Bear -merece mucho la pena verla- exponen las consecuencias de tanto estrés y toxicidad en la cocina. Y reflejan como pocas el sinsentido de ese discurso basado en repetir lo de la cultura del esfuerzo a una generación que, por cierto, se ha comida más crisis, precariedad y esfuerzo que nadie para cobrar menos que nunca. Como comentaba el otro día un amigo, Reverte era reportero de guerra con contrato de una televisión pública. Ahora los que hacen su trabajo se la juegan por 75 euros la pieza. Con suerte.

Así que, Arturo, cuando llegue el iceberg, además de tipos duros necesitaremos gente formada, culta, inteligente y que desborde empatía. Que sepa organizar los botes y que tenga claro que salvarse no debería depender de la clase en la que uno viaje. Y que lo que hace falta es esquivar el iceberg y, llegado el caso, cumplir la ley para que haya salvavidas para todos.

Eso igual tampoco se estudia tanto como se debería en las escuelas y en las cocinas. Pero de eso no suelen quejarse tanto.

5 COMENTARIOS

  1. Enhorabuena por el articulo,
    No tanto por la reflexión. Nuestra sociedad dice que ha cambiado, Sin embargo, no veo diferencia esencial con los señores feudales y sus vasallos; los imperio romano o chino.
    Abuelo caballero, nieto pordiosero.
    Hemos pasado de Hegemonía política a colonia económica.
    No hay solución fácil, aun así cada vez nos acercamos a un ciclo muy, muy, duro y la moral social es muy blanda.

    Dudo que lleguemos a un futuro Cyberpunk pronto, pero desde luego donde no llegaremos, es a un futuro tipo star trek.

  2. Yo soy cocinero, soy de lis de trabajar 8horas y su hay que hacer algún día horas que se paguen, y sí estamos creando una generación de flojos

  3. Muy bueno, muy bueno.
    Ya le conocíamos…
    Hace años se lució con el pueblo de Leitza (Navarra), sin haberlo pisado, y este verano con el de Falces (Navarra).
    Le contestamos públicamente por escrito, pero no a su nivel, por supuesto.

    Un saludo y ¡olé!

    Bittor

  4. POR FAVOR.

    Los jovenes es un bien de la sociedad
    Todos mercemos una oportunidad.
    Y todos tienen un potencial.

    Son muchachos con fracaso escolares. Y no a muchos les importa sus vidas.
    Y debemos hacerles sentir útiles.

    No todos debemos ser; profesores, arquitectos, médicos
    Todos importamos y es el mayor patrimonio de la SOCIEDAD, nuestros descendientes y merecen tener futuro, trabajo, proyectos y estar dentro de la Sociedad.

    No les marginemos.
    Da igual donde sea su origen, su etnia o el país donde nacieron.
    Son nuestros y como nuestros, deberíamos de protegerlos.
    Dándoles la oportunidad que merecen.

  5. Yo soy más blando que mi padre, sin la menor duda. Y mis hijos mucho más blandos que yo, con la misma duda que lo anterior. Los problemas a los que nos vamos enfrentando las generaciones son cada vez más triviales, tienen menos fondo, son más superficiales aunque nosotros los hagamos un mundo.

    Y Pérez Reverte se refiere a eso, mi padre estaba preparado para pasar hambre y frío. Lo estuvo porque se crió en la guerra y sabe bien lo que era. Yo no lo estoy porque me crié en un hogar confortable donde no faltaba la comida ni pasé frío, mis hijos, ni lo cuento claro. Pero para entender a Reverte, en realidad a cualquiera que tenga sentido común, hay también que tenerlo, y si de algo estoy seguro es de que aparte de que somos más blandos, somos mucho, pero mucho más idiotas.

    Y ese es el iceberg, podemos pensar que nunca nos tocará como los Ucranianos pensaban que eran una nación europea y próspera hace 12 meses, pero a veces, lo icebergs, aparecen por sorpresa.

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