La quinta edición de MasterChef ya va cogiendo ritmo. Con sus aspirantes -con unos perfiles de lo más variopintos-, sus pruebas en cocina y en exteriores que harían palidecer a cualquier chef, algún que otro drama a la vista y, por supuesto, con su jurado de cada edición. Pepe Rodríguez -cocinero de El Bohío y parte esencial del programa desde su primera edición- afronta esta quinta temporada con la misma energía que siempre.
¿Cansado de que Jordi Cruz sea el malo guapo? «Ojo, que yo también tengo mi público», bromea. Cercano y tan simpático fuera de cámara como delante, comentamos con él lo que cabe esperar de esta nueva entrega de MasterChef. No puede contar mucho sobre la temporada, pero sí sobre cómo vive el programa y su papel de jurado.
Tiene mérito mantener el gancho de MasterChef tras 5 ediciones. ¿Cuál es el truco?
En realidad hemos hecho 10 temporadas contando los diferentes formatos. Es verdad que muy pocos programas han durado tanto y que tendría que estar agotado. Pero lo que ocurre es que llegamos a todos los públicos. Empezamos con el senior [en referencia al formato original] y el Junior, y los dos han funcionado muy bien. Después pasamos al Celebrity, y ha funcionado todavía mejor.
Con esta variedad abres un abanico muy importante porque llegas a niños y a mayores, y el que no se engancha al de pequeños le gusta el otro, o tiene el tirón de ver al famoso fuera de su estado natural, o el normal, porque puedes verte reflejado en él. Yo creo que ese puede ser el éxito.
Y, claro, es que es un programa que está bien hecho. No porque lo hagamos nosotros, sino por los que están detrás, por los que hacen televisión. Los que cuidan la música, el ritmo. Tú ves sólo la promoción del siguiente programa y te entran ganas de verlo. Eso es la televisión. Nosotros estamos ahí y somos más o menos importantes, pero los que están detrás son los que saben.
De todos los formatos de MasterChef, ¿cuál es tu preferido?
Todos. Es como si me preguntan qué me gusta más cocinar. Todos tienen sus diferencias, claro. El de niños es muy bonito y tierno. Ver a niños de 10 o 12 años cocinar, contándote las cosas sin filtro… eso es único, no te lo va a dar una persona adulta.
Pero lo que grabo con los mayores, que les puedes decir de todo, y atornillarles y reírme también tiene su gancho. Y el Celebrity me ha dado la oportunidad de vacilar a los famosos. ¿Tú sabes lo que mola eso? Ponte en ese lugar.
El primer día que empezamos a grabar, todos estábamos un poco cortados porque ellos sí son profesionales de la tele, nosotros somos unos recién llegados. ¿Qué le dices a una Loles León que tiene el culo pelado de estar delante de una cámara? Pues puedes decirle lo que toca, porque en realidad está fuera de su medio, está en una cocina y ves que está nerviosa, y ahí es donde ves que mandas tú. Al final se crea una complicidad muy divertida con ellos.
Se lo preguntamos a Jordi Cruz en su momento, pero queremos también tu versión. ¿Cuánto de guión hay en lo que ocurre en MasterChef?
Hay bastante, claro. Pero es que los programas de televisión tienen que tener un guión. No conozco ningún programa que no lo tenga. Wyoming no llega y se pone a decir lo que se le ocurra. Mañana, por ejemplo, grabamos. ¿Qué hay mañana? Pues ahora mismo no lo sé, porque hay un trabajo previo de la gente que escribe parte de lo que decimos, que se ocupa de preparar si viene un cocinero o un invitado… Imagínate que viene alguien a hablar de las verduras, entonces igual yo tengo que explicar alguna cosa en concreto. Eso, claro, está guionizado.
Lo bueno que tiene esto es la naturalidad que puedas tener a la hora de explicar lo que toque, y la capacidad para ser tú mismo. Lo que está claro es que yo cuando pruebo un plato nadie me puede decir que diga que está picante o ácido. Eso es tuyo y es natural. El ritmo que tú tienes con el concursante, la relación…
A ti te ha tocado el papel del bueno y majo frente a Jordi que es un poco más duro…
Yo siempre intento ser vacilón. Procuro destensar porque el concursante viene cagado de miedo cuando se pone delante del jurado, de las cámaras. Yo le suelto alguna perla para que se ría o para que esté más cómodo.
Al final tú tienes que ser bueno o majo o serio… Pero es verdad que cada uno reacciona diferente porque en la realidad somos también así. Eso ha salido solo, no hay unos papeles que interpretemos. Recuerdo los primeros programas que hicimos, en los que no sabía de qué iba esto, pero como era un juez tenía que ser serio, y seguro que me ponía demasiado serio. Yo sí soy serio, pero te lo demuestro con un chascarrillo, con ironía. Si te tengo que decir que eres malo en la cocina, prefiero decírtelo buscando el lado gracioso porque para mí es más fácil.
Pero a Jordi eso no le sale. Jordi es catalán. No es malo, es su manera de ser. A veces se lo digo, ‘cómo te pones’, pero son dos maneras diferentes de contar o de decir lo mismo, y creo que es una de las cosas que gustan del programa.
¿Y cómo llevas eso de que él sea el guapo oficial?
Bueno, yo también tengo mi público. Menos de 10 años y mayores de 85 son míos, así que no me quites el protagonismo. Pero sí, cierto, el resto es para él.
Cuando empezaste con el primer MasterChef te imaginaste convertido en estrella de la televisión
Disfruto tanto de las dos cosas, de la cocina y la televisión, que para mí ha sido una bendición saber que puedo hacer algo más que cocinar. Yo a veces pensaba en mi casa, ‘no valgo más que para cocinar’. No sé ni enchufar un ordenador o mandar una foto. Ni quiero, de eso se ocupa mi mujer que es informática.
Pensaba, ‘no puedo hablar más que de cocina, qué cosa más triste’. Entro en la televisión sin gustarme, sin saber de qué iba aquello, y me encuentro en un medio en el que me muevo tan a gusto o más que en la cocina. Eso ha sido una suerte. Y sé compatibilizar las dos cosas y olvidarme de la una o la otra cuando debo.
¿No sientes cierta pena por algunos concursantes cuando tienen que enfrentarse a pruebas que posiblemente un cocinero profesional no superaría?
A mí me ponen una prueba como las que tienen los concursantes y salgo corriendo. Pero somos un poco malignos y se nos olvida. No, lo que ocurre es que en lo que se emite está todo muy condensado en 2 horas. Pero yo tengo 30 o 40 horas de grabación a la semana para que la gente vea lo que sale en un programa.
En todo eso hay tensión, pero también hay cosas que no se ven. Se cae algo, pero eso luego no sale. Es lógico. Pero dentro de la relación que tenemos con los concursantes tratamos de ser humanos. Yo creo que nos quieren y nos aprecian, y nosotros a ellos también.
Sólo hay que ver la relación que mantenemos con todos. No sé si habrá alguno que diga que no quiere saber nada del jurado. Muchos han pasado por mi casa, por la de Jordi… Hemos hecho un programa de televisión, os hemos exigido el máximo y ahora tenéis otra vida. Tenéis nuestra casa abierta para lo que queráis, y eso se lo hemos brindado a todos.
Hay cada caprichoso con eso de las comidas (lol)
Contestación a Ramontxu: ¿Quien ha dicho que veo el programa, listo? Aprende a leer anda.
Pues no lo veas el programa, no estas obligado
Es un auténtico cerdo, sólo hay que entrar en la web de su restaurante y ver el menú del día, donde uno de sus platos es «Ensalada de foie gras y sardinas saladas», es asqueroso.
Además es un hipócrita como sus compañeros de masterchef, expulsaron a un participante Alberto al hacer el plato «león come gamba». Eso lo hace un cocinero de prestigio y es el mejor plato del mundo, lo hace un concursante y es una mierda, lo que son ellos porque no pueden permitir que alguien les deje en ridículo creando un plato que ellos no son capaces de inventar.