Llevamos unas semanas trasteando con la panificadora SD-ZB2502 de Panasonic. Dicen los expertos en la materia que representa la gama alta de estos aparatos de cocina que, sin duda, son siempre buenos candidatos a convertirse en los regalos estrella de estas fechas navideñas.
El modelo que hemos probado incluye entre otras virguerías una bandeja para añadir los frutos secos a última hora a la masa, así como un dispensador para la levadura seca. También cuenta con 15 programas distintos, incluidos algunos dedicados a la elaboración de compotas -aunque todavía no nos hemos animado con ellos- y otros pensados únicamente para amasar y levar masas y que, por tanto, se saltan el paso del horneado.
Como novatos en el mundo panarra y en esto de las panificadoras, nos ahorraremos los sermones sobre las bondades o defectos de la máquina en comparación con otros modelos.
En líneas generales, para los adictos al pan casero nos parece una estupenda inversión. Es cierto que el pan no queda como el que va al horno -recuerda más al pan de molde que a las hogazas, por decirlo de forma clara- pero también es verdad que podemos usar la máquina para amasar y fermentar y pasar después al horno convencional.
En cualquier caso, las ventajas en cuanto a comodidad, limpieza y control del tiempo son indiscutibles. En el caso concreto de este modelo, podemos tener un pan listo en apenas dos horas -a base de mucha levadura claro- pero la mayoría de programas rondan las cuatro horas. Eso sí, la sencillez es extrema: poner ingredientes, elegir el modo, el tamaño y el nivel de tostado y listo. Interesante también el programador, que permite retrasar unas horas el inicio del proceso. De todos modos, un reloj haría que el proceso fuera bastante más intuitivo.

Además de un nombre un poco más comercial -¡es una panificadora, no un robot termonuclear!-, también echamos de menos en este modelo de Panasonic unas instrucciones más completas y algo más de margen a la hora de modificar los programas preestablecidos. Es cierto que ningún modelo lo ofrece, pero algo tan sencillo -aparentemente- como un botón que permita un mezclado puntual en cualquier momento del proceso antes del horneado sería estupendo para, por ejemplo, añadir ingredientes de última hora y que se mezclen correctamente

Su tamaño es moderado (alta y estrecha, se agradece) y el precio ronda los 200 euros en la tienda oficial de Panasonic. Durante unas cuantas semanas le hemos hecho un hueco en nuestra cocina y hemos probado desde panes básicos a base de preparados que sólo requieren añadir el agua, hasta esta especie de panettone.

Tal y como ya habíamos leído por ahí, la clave para obtener resultados mejores es usar un prefermento. Algo tan sencillo como dejar unas horas antes fermentando parte de la harina, el agua y la levadura le da al pan un sabor y textura mucho más consistentes. Y claro si nos animamos con masa madre, todavía mejor. Por cierto, un detalle curioso de este modelo: a diferencia de lo que hemos visto en la mayoría, aquí los líquidos se añaden al final en lugar de antes de las harinas. Por lo menos eso recomiendan las instrucciones.
El panettone patxaranero
Con fama de ser una de las preparaciones más complejas para los panaderos novatos, en este caso se trata de una elaboración mucho más sencilla que, posiblemente, podría costarnos un susto si en ciertas ciudades italianas nos atreviéramos a llamarlo panettone. Posiblemente llamarlo brioche o pan dulce sería más justo, pero menos vistoso y navideño.

Para perpetrar este pseudopanettone en panificadora hemos recurrido a la receta de Ma Pettite Boulangerie, aunque lo hemos condimentado con un par de toques de la casa. Dicho sea de paso, quienes tengan panificadora deberían -si no lo han hecho ya- incluir esa página entre sus favoritos.
Igual que con los panes, el paso indispensable es dejar la noche anterior listo un prefermento con 100 gramos de harina de fuerza, 100 gramos de leche templada y un poco de levadura seca. Esta masa -que habrá ido cobrando vida a lo largo de las horas- la añadimos al resto de ingredientes en la cubeta de la panificadora.

A la lista oficial nosotros le hemos sumado un generoso chorretón de patxaran -que le sienta genial- un poco de esencia de vainilla y una cucharada de miel. Ya que no será un panettone ortodoxo, al menos que sea una pan con mucha potencia. Para evitar que las pepitas de chocolate se desintegren en la masa con el movimiento y el calor, podemos incorporarlas a última hora a mano colocándolas sobre la masa. Las pasas o cualquier otro fruto seco o fruta confitada puede ir a la bandeja automática sin problemas.
En el caso de esta máquina de pan de Panasonic hemos usado el programa 11 para brioche. Tras el primer amasado se hace una pausa que permite añadir la mantequilla, aunque no pasa nada si -como hemos hecho- incorporamos todo a la vez y nos olvidamos del asunto hasta que esté listo.

De acuerdo. Ni por metodología ni por aspecto es un panettone en condiciones. Pero podemos confirmar que en sabor y textura supera sin problemas a los industriales que invaden los supermercados por estas fechas. Y, además, podremos persumir de haber hecho nuestro primer casi-panettone. No está mal para empezar el año.