Lo de jugar a convertir platos dulces en salados es todo un clásico. Pero, que nosotros sepamos, hasta ahora nadie se había atrevido a meterle mano a los típicos panellets (un postre a base de azúcar, almendra y huevo recubierto de piñones en su versión más clásica) que en Catalunya tanto se estilan alrededor del 1 de noviembre. Casi tanto como las castañas. O disfrazarse de zombies para ir pidiendo dulces en plan trick-or-treat por las casas de los vecinos con una cesta en forma de calabaza bajo el brazo. En fin.
Así que los panellets de ternera que el otro día ofrecía un puesto en el Mercat de mercats organizado en Barcelona merecen nuestra particular medalla GastroEureka! de esta cita. Todo ello sin menospreciar, claro, la atrevida e innovadora apuesta de algunos por aprovechar la ocasión para vender sangría a los guiris. Un elegante homenaje a esas costumbres tan arraigadas en la Boqueria que realmente nos emocionó.
¿Pero en qué consiste este nuevo avance en la cocina molecular traslada ahora al soso mundo de los panellets? ¿Una deconstrucción y reformulación carnívora de este dulce un tanto empalagoso para amargar el día a los veganos de la familia? No es para tanto. Por lo que pudimos observar, básicamente los panellets de vedella vienen a ser las albóndigas de toda la vida o pequeñas hamburguesas en las que, esperemos, al menos se hayan incluido unos piñones para justificar el nombre.
¿Original? ¿Marketing? ¿Morro? Un poco de todo en su justa medida. Y es que cambiar el nombre a las comidas para darles un toque de glamour es una práctica que aplicada con cierto sentido común puede tener hasta su gracia.
Porque, puestos a elegir, ¿quién no prefiere unos deliciosos e innovadores panellets de vedella en lugar de una aburrida hamburguesa de toda la vida?
[…] que fa al finalista, ha recaigut en Iker Morán, del blog La gulateca, amb el post ‘Panellets de ternera’, perquè “tracta amb brevetat un producte molt concret, els panellets de vedella, que […]