Las cifras que mueve el café siempre son de esas que asustan. Sobre todo si se relacionan con la cantidad de desperdicios que produce el café para llevar servido en vasos de plástico o de cartón. Por aquí, el café en su taza de toda la vida sigue siendo lo habitual, por mucho que lo de ir tomando café por la calle cada vez se estile más, pero lo cierto es que en otros países es parte del ritual matutino de millones de personas.
Y eso se traduce, atención, en 400 millones de palitos diarios que se utilizan simplemente para remover el café. Un uso de apenas un par de segundos y a la basura. En el mejor de los casos son de madera, pero todavía quedan muchos de plástico.
¿Solución? Desde aquí lo lógico parece pensar en una cucharilla metálica de las de toda la vida. Se usa, se lava y siguiente. Pero es verdad que no parece muy práctico pensando en ese tipo de cafeterías en las que hay una especie de zona de autoservicio con azúcar, los palitos para remover y demás.
Y es ahí donde entre The Stircle, un invento para remover el café. La idea es tan simple como una plataforma que gira a una velocidad considerable en ambas direcciones. Basta dejar el vaso encima para que en unos segundos se centrifugue y el café, la leche y el azúcar queden perfectamente mezclados. Sin necesidad de palitos, claro.
El artilugio está pensado para integrarse en esas zonas de autoservicio de las cafeterías tipo Starbuck’s, aunque también lo proponen para que en las barras no tengan que usar cucharillas metálicas o recogedores y así evitar -aseguran- la contaminación cruzada.
El precio de cada uno de estos aparatos es de 345 dólares, aunque prometen que el gasto se amortiza de forma muy rápida. No solo se genera menos desperdicios, sino que supone un ahorro al no tener que comprar miles de palitos removedores.
Es verdad que, visto desde aquí, todo parece bastante absurdo. Básicamente porque ese viejo sistema del camarero sirviendo un café en la barre con su taza y su cucharilla que luego se levan y usa el siguiente cliente igual tampoco es tan mala idea. Aunque no quede tan moderno como lo de ir con un vaso de medio litro de café paseando, claro.