En el mundo hay dos clases de personas: las que adoran la horchata y las que la detestan profundamente. Si vives en tierras valencianas, inevitablemente, tienes que escoger un bando. La verdad es que una horchata -de las de verdad- bien fría y acompañada de unos fartons es una delicia como pocas y más teniendo en cuenta los calores infernales que últimamente soportamos por estos lares.
Me he hecho fans, tengo que reconocerlo. Hace unos años era más de limón granizado o leche preparada pero con el tiempo me he vuelto adicta a la horchata y al regusto terroso que deja la chufa en cada sorbo. Por eso, hace un par de semanas, decidí experimentar y convertir el vaso de horchata con fartons en una especie de mousse. Tras varias pruebas desastrosas, hemos dado con una combinación que, si bien necesita algo de perfeccionamiento, da un resultado decente y apetecible. Tomen nota.
Ingredientes (para 6 vasitos)
- 250 ml de horchata (¡de la de verdad!)
- 2 yemas de huevo
- 3 claras de huevo
- 4 cucharadas de leche condensada
- 3 hojas de gelatina neutra
- La piel de medio limón
- Una rama de canela
- 4 fartons
Elaboración
Lo primero que tienes que conseguir es una horchata decente. Si la horchata es buena, la mousse también lo será. En un cazo, ponemos a calentar la horchata con la piel del limón y una rama de canela. Lo ideal es que lo hagas a fuego medio y que vayas removiendo de vez en cuando. Es importante que la horchata no llegue a hervir.
Mientras tanto, en un bol mezclas las dos yemas de huevo con la leche condensada hasta que quede una pasta homogénea y más o menos espesa. Al mismo tiempo hidrataremos la gelatina neutra en un recipiente con agua.
Cuando la horchata con el limón y la canela esté a punto de hervir, retiramos del fuego y sacamos la peladura de limón y la rama de canela.
Disolvemos la gelatina en la horchata aún caliente. Si no quieres encontrarte con sorpresas cuando el postre esté listo te recomendamos que la disuelvas a conciencia, si no habrá partes de tu postre que serán aguachirri y otras parecerán un flan contundente.
Mezlamos la horchata con las yemas de huevo y la leche condensada. Hay que hacerlo poco a poco y con cuidado para que las yemas no se cuajen.
Vertemos la mezcla en un cazo y calentamos durante 10-12 minutos sin parar de remover y con cuidado de que no arranque el hervor. Pasado ese tiempo, sacamos del fuego y dejamos enfriar.
Mientras se enfría, cortamos los fartons en rodajas de unos dos cm de grosor y las colocamos en la base de los recipientes que vayamos a utilizar.
Cuando la mezcla de horchata esté a temperatura ambiente, montamos las claras a punto de nieve, ya sabes, con una pizca de sal. Incorporamos la mezcla de horchata a las claras, muy poco a poco y removiendo lentamente con una varilla para que no se bajen.
Una vez la mezcla final esté lista es el momento de verterla en los recipientes. Si no te gustan demasiado los fartons puedes dejarlos sólo en la base. Nosotros hemos puesto otra capa, es decir: fartons-horchata-fartons-horchata.
Cuando los tengas listos, hay que dejarlos enfriar durante unas 6-8 horas, aunque lo ideal es preparar el postre de un día para otro.
El resultado es un postre muy dulce y, sobre todo, con mucho sabor a horchata. Al probarlo hemos echado de menos un toque algo más fresco y ácido. Quizá una confitura de cereza le hubiera sentado bien y hubiera contrastado con el dulzor de la leche condensada, la horchata y los fartons. Lo dejamos para próximas preparaciones.