Mikel López Iturriaga: «La mayoría de la gente ignora a los pomposos que se toman la cocina demasiado en serio»

No hace falta ver las cifras de ventas para deducir que «La cocina pop de El Comidista» ha sido uno de los libros de cocina de mayor éxito durante estas pasadas navidades. Segunda obra de Mikel López Iturriaga, este bilbaino afincado en Barcelona se ha convertido en toda una star mediática de las gastroblogosfera desde El Comidista de El País. Con él charlamos -correo electrónico mediante- de su último  libro, de los planes de futuro -descartado un restaurante, pero ¿alguien ha dicho televisión?-, de esa cocina pop que reivindica y de su labor apostólica en este convulso mundo de la comida y la cocina.

Segundo libro editado, nominado al Premio Nacional de Gastronomía… ¿Cuántas veces te han preguntado ya cómo es esto del estrellato gastronómico? Una más

Pues mira, mi “estrellato”, si es que a lo mío se le puede llamar así, es un poco decepcionante. Yo esperaba estar todo el día tumbado a la bartola en una hamaca al borde de una piscina en una gran mansión, pero no paro de currar. De vez en cuando me mandan un poco de jamón bueno, eso sí. Así que supongo que no me puedo quejar.

Aquí has venido a hablar de tu libro, como suele decirse. Eso de la “cocina pop” es un gran concepto a base de recetas, música, series… ¿Tanta modernez es algo así como la antítesis de la comida viejuna?

No creo. La comida viejuna también es pop. ¿Qué puede ser más pop que una comtessa o que una lata de melocotón en almíbar? No creo que haya mucha modernez en mi libro, la verdad. Yo me veo más viejo que Carracuca, recomendando películas de hace mil años y series que recrean tiempos pasadísimos.

Siempre habíamos creído que los modernos no comían y mucho menos cocinaban. ¡Pero la sección de artistas invitados esta llena de ellos!

Ha habido un cambio muy grande en los últimos tiempos. La comida antes no interesaba en absoluto a los indies, y ahora parece que han descubierto sus placeres. Pero yo sacaría de ese saco a gente como Hidrogenesse, Chico y Chica o Doble Pletina, que supongo que son a los que te refieres. No son modernos, son intemporales, y además es gente lo suficientemente inteligente como para interesarse por cosas que van más allá de la música o de la modernez.

¿Crees que el éxito de El Comidista, o de Robin Food en la tele y, en cierto modo, de Arguiñano durante tantos años es una especie de venganza por todos aquellos que se toman la cocina o a si mismos demasiado en serio?

Bueno, creo que la inmensa mayoría de la gente ignora bastante a los pomposos que se toman la cocina demasiado en serio: o no los entienden, o directamente les parecen un coñazo. Digo yo que cuando se enfoca la comida con humor y naturalidad -que es lo que podemos tener en común David de Jorge, Arguiñano y yo-, a la gente le divierte más, y de ahí que sus programas o mi blog funcionen.

¿El siguiente paso es la televisión o no te ves?

Sí me veo. Pero haciendo cosas en las que me sienta cómodo. Desde luego no presentando un programa en un plató, porque no soy Anne Igartiburu aunque a veces se nos confunda. Me encantaría algo más periodístico, más de reportaje, y por supuesto con sentido del humor.

¿Se te ha pasado por la cabeza meterte en la cocina en plan “el restaurante de El Comidista” o algo así?

Ni en la peor de mis borracheras. La restauración es un negocio muuuuuuuy complicado: mejor dejárselo a los profesionales. Yo no soy ni cocinero ni hostelero, soy periodista. Otra cosa sería ser socio de algún tipo de restaurante o de bar: a eso sí me mostraría un poco más abierto. ¿Pero yo sirviendo cenas? Ni de coña: sería un desastre.

Iturriaga firmando ejemplares de «Las recetas de El Comidista», su primer libro.

Pese a tener un montón de recetas con verduras tanto en el blog como en el libro, ¿por qué siempre tienes a algún vegetariano o vegano enfadado?

Porque para desgracia de los vegetarianos y de los veganos, entre los que toman esta opción alimentaria hay unos cuantos fanáticos. Personas que se creen superiores moralmente porque no comen animales, y que se permiten el lujo de condenar a los que sí lo hacen. Mis críticas han ido siempre dirigidas hacia este tipo de talibanes, nunca hacia los vegetarianos en general.

 Entre tu apología de los mercados y el MercadonaGate… ¿te miran mal cuando te acercas a algún super?

Por suerte, no me reconocen. Soy bastante militante antisupermercados, sobre todo anti-hipermercados. Pero vaya, que tampoco se me caen los anillos si tengo que ir a uno a comprar, y reconozco que en determinados momentos son cómodos.

¿Eres de los pro-Michelín o anti-Michelín? (las estrellas, no las lorzas)

La verdad, me dan bastante igual las estrellas. Me interesan como periodista, y reconozco que tienen un gran impacto en la alta cocina. Pero jamás me he guiado por una de estas guías cuando he viajado a otro país. No premian el tipo de restaurante que me gusta visitar, que es mucho más barato/callejero/popular/normal.

Te preguntaban hace poco si lo de “Pesadilla en la cocina” respondía a un guión. ¿Las preguntas tan surrealistas de Aló Comidista -¡calentar el horno con la puerta abierta!- son culpa de un equipo de guionistas puesto hasta arriba o la gente está tan mal como parece?

Siempre que me preguntan esto contesto lo mismo: si yo tuviera suficiente imaginación como para inventarme las preguntas del Aló, ¿crees que estaría aquí? No, probablemente habría ganado ya un Oscar como guionista de Hollywood o sería el nuevo JK Rowling. Así que la respuesta es sí, la gente está tan mal como parece.

Ese trasto de cocina que te compraste una noche aburrida en el Teletienda y jamás has utilizado.

No me he comprado nunca nada en la teletienda, y no por falta de ganas. Siempre me reprimo en el último momento. Pero cosas absurdas me he comprado muchas. Ahora mismo se me ocurre unas tiras de silicona para hacer rollitos de carne al horno que en su momento me parecieron absolutamente imprescindibles y que jamás de los jamases he utilizado.

¿Y ese truco o receta de la ama que siempre tienes a mano?

El marmitako y la sopa de pescado. Los mejores que he tomado los hacía ella.

Las anti-guías que se incluyen en el libro son de lo más educativas. Esa especie de labor apostólica unida a lo de comprar en el mercado, respetar las temporadas… ¿No te sientes como la SuperNanny gastronómica de la red?

A veces sí, y me digo a mí mismo: ¿qué coño haces dando la tabarra a la gente sobre lo que tiene que hacer o no? Pero supongo que si tienes la suerte de contar con una tribuna como la de El País, y te pagan por opinar, debes intentar enseñar lo que sabes a la gente. Luego cada cual que haga lo que le dé la gana.

Incluso a los que aseguran que les gusta de todo siempre –y creemos que tú eres uno de ellos- hay un producto o un plato que no soportan. Confiesa.

El hígado. Me da un asco que me muero. Es un trauma infantil, supongo. El cabello de ángel también lo odio. Y los callos, con la felpa esa… puagggg.

Hay gente que tiene la mala suerte de no ser de Bilbao. ¿Qué receta del libro les recomendarías para soportar esa especie de carencia vital?

A esa pobre gente que no ha tenido la suerte de nacer en la capital del universo conocido, le recomendaría el pintxo de txistorra al txakolí. Sólo un plato con tantas tx te puede hacer comprender el orgullo de ser de Bilbao.

3 COMENTARIOS

  1. Soy bastante fans del Comidista, pero mira que no gustarle los callos… No està hecha la miel (con chorizo) para la boca del burro!

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