Vaya por delante que quien escribe estas líneas es una absoluta entregada a las películas de Almodóvar. Y quizá por eso está entre la admiración y la indignación con esta nueva edición de MasterChef Celebrity.
La verdad es que, más allá de que entre los concursantes haya un par de las que una vez fueron musas del cineasta, el plantel en general da para una buena película del manchego. Incluso para una serie, que ahora está muy de moda.
Tenemos de todo y para todos los gustos: una mocatriz (modelo, cantante y actriz) como Samantha Hudson (bueno, a ella ya la hemos perdido por el camino muy a nuestro pesar), diseñadores de moda al más puro estilo almodovariano (véase Navarrete), musculmanes para enloquecer a las féminas y, sobre todo y por encima de todo, mujeres al borde de un ataque de nervios.
Solo así, pensando que se encuentra rodando para Almódovar, se puede explicar el comportamiento de Verónica Forqué. Una mujer que, al menos para nosotros, siempre había pasado por ser una mujer serena, un poco empanada incluso, para que nos vamos a engañar, y que ha demostrado ser todo un monstruo en las cocinas. Y no en el mejor de lo sentidos.
En el primer programa nos sorprendió un poco con algunas excentricidades, pero no fue hasta el segundo, en la prueba de exteriores en la que le tocó ser capitana, cuando nos dejó absolutamente perplejos con su mal hacer, su despotismo y sus malos modales con los compañeros.
Confesamos que llegamos a sentirnos incluso incómodos en casa, con ganas de que acabara la prueba porque ciertamente era desagradable verla y sobre todo oírla. Creo que es la primera vez que el mal rollo en cocinas traspasa de esa manera la pantalla.
En el tercer programa parecía relajarse un poco, pero fue llegar la prueba de exteriores y le volvió a salir esa vena entre dictadora y faltona, que intentaba controlar pero que al mínimo comentario afloraba de nuevo. Especialmente si venía de Navarrete (¿qué le ha dado con el pobre Eduardo??). Y para colmo, se le sumó la otra gran diva almodovariana del programa: Victoria Abril.
Hay que decir en su honor que la sorpresa con ella ha sido en el sentido totalmente inverso al de la Forqué. Si de alguien esperábamos un comportamiento un tanto altivo (vivan los prejuicios, sí) era de ella. Y nada más lejos de la realidad. Humilde, buena compañera, agradable… eso sí, a la hora de ser mandada, la cosa ya se va torciendo.
Y aquí de nuevo volvió a pillar Navarrete. Él, que quiso montar un equipo a imagen y semejanza de las películas más ochenteras de Almodóvar, acabó con un buen tinglado encima y la gran Victoria Abril con un mosqueo más que considerable porque no se le había hecho caso a la hora de emplatar.
Posiblemente tenía razón, porque en los programas anteriores ya había demostrado unas buenas dotes para la organización, pero claro, aquí hay que saber estar a las duras y a las maduras. Nunca mejor dicho, vaya.
Total, que a la espera estamos ya del programa de esta noche para ver quién de todos se alza hoy con el Goya al mejor o peor lo que sea. Lo que está claro es que, como sigan así, los que vamos a acabar con un ataque de nervios vamos a ser los que estamos en casa.
¡Ah, por cierto! Casi se nos olvida hablar de la cocina… Bueno, en fin, eso mejor lo dejamos para más adelante, así les damos un poquito de tiempo para que vayan cogiendo práctica.