Hemos perdido la cuenta de ediciones de MasterChef. También de polémicas que, cada pocas semanas, salpican este programa que alguna vez llegamos a creer de cocina. Teniendo en cuenta la experiencia de quienes manejan el proyecto, los cuidados guiones, la selección de protagonistas y la maquinaria de marketing, uno empieza a creer que tanta polémica no puede ser casual, sino una herramienta más para que se hable de ellos. Aunque sea regular.
En esta última edición del Celebrity, el ritmo de líos parece haberse incrementado. Por supuesto, nada que ver con la elaboración de tal o cual plato, por una receta más o menos ajustada o por absolutamente nada que tenga algo que ver con la cocina. Por si a estas alturas queda algún despistado que cree que esto, sobre todo en la versión Celebrity, va de cocinar.
Tras lo del marisco gallego que no lo era o que estaba fuera de temporada -sinceramente, da pereza rebuscar los detalles- o el chiste sin gracia del centro gallego por el que ya han pedido disculpas, la penúltima polémica es algo más seria. En absoluto nueva, eso sí, porque combina dos clásicos de la casa: publicidad en un programa en el que se supone que no puede haberla, y hacerle la ola a discursos nutricionales con muy poca base científica.
El caso es ya bastante conocido: una exconcursante (Amelicious) ha montado una empresa de cremas macrobióticas y en el programa no dudaron en promocionar el invento y alabar sus supuestas virtudes.
Muy supuestas, porque no hay una sola evidencia científica que confirme las ventajas de este tipo de dieta. Curiosamente, no es la primera vez que MasterChef tropieza con esta piedra macrobiótica porque en 2015 ya tuvieron un lío similar con la misma tontería.
Pero no es el único problema. ¿Se están promocionando unos purés ya preparados en un programa de cocina? Correcto. ¿Están haciendo publicidad en un programa de una cadena en la que en teoría no se puede hacer? Exacto.
Porque no hay que olvidar que MasterChef es un programa de una televisión pública. Por lo visto, con suficiente audiencia y poder como para sumar polémicas año tras año y con total impunidad.
De todos modos, puestos a ser abogados del diablo, es curioso leer sobre esta polémica en medios que normalmente no tienen reparo en hablar de dietas con nula base, alimentar modas antigluten o antilactosa sin ningún fundamento, o apuntarse a la última tontería del famoso de turno para perder esos kilitos, limpiar el organismo o lo que sea.