Por Iker Morán
El Zoo -no confundir con el de los animales o uno que se llama igual en el barrio de Gracia- estaba en la calle Escudellers, muy cerca de la Plaza Real. Aunque desde hace tiempo la zona es uno de esos infiernos turísticos a los que no apetece demasiado acercarse, hace una década por allí no paseaban todavía guiris italianos en pelotas.
Corría el año 2001 cuando aterrizamos en Barcelona. Tampoco es que sean muchos años, pero suficientes para ser testigos de los cambios sufridos por una ciudad que, en cierto modo, se ha convertido en un escaparate y una marca más pensada para los que se bajan del crucero de turno que para los que vivimos por aquí.
Era el año 2001 -decíamos- y el Zoo, con su cartel de neón y su interior con extrañas figuras de animalicos se convirtió en ese bar-restaurante al que acudir en caso de duda. La cocina cerraba tarde, nos sabíamos su escueta carta de memoria, el vino de la casa era decente y asequible e incluso hacían unos estupendos fideos japoneses que por aquel entonces eran de lo más exótico. Pero, sin duda, lo más característico de la casa eran sus sandwiches enrollados. Y de entre todos ellos, el Mamut (a base de lomo, paté y queso gratinado) era nuestro preferido.
El Zoo cerró hace ya unos cuantos años y, en su lugar, ahora hay otro de esos locales con paella y sangría al que no entraríamos aunque fuera el último garito abierto en 200 kilómetros a la redonda. Una estupenda metáfora de la ciudad, en realidad. Así que sirva esta sencilla receta para reivindicar el Mamut, el Zoo, aquellos maravillosos años y esa Barcelona que, en algún momento, alguien puso en venta.
Ingredientes
– Pan de molde alargado
– Paté
– Roast beef o jamón york
– Queso para gratinar
– Opcionalmente para acompañar: champiñones y nata líquida.
Preparación
Como todos los sandwiches, la preparación es de lo más sencilla y rápida. Haciendo un poco de memoria -hoy estamos en plan abuelo cebolleta– hemos recordado que alguno de los bocadillos de nuestro querido Zoo descansaba sobre una salsa a base de champiñones y nata. Así que empezamos con eso, como acompañamiento opcional para nuestro Mamut.
Muy fácil: picamos los champiñones (sí, pueden ser de bote, pero lavadlos bien para quitar el amargor) y los ponemos en una sartén a fuego suave con un poco de sal y pimienta. Los dejamos unos minutos para que, si son frescos, suelten agua y se reduzcan e incorporamos la nata líquida. Algo así como 15 ó 20 champiñones picados y un bote de 200 ml de nata líquida puede estar bien.
Mientras se va reduciendo a fuego lento -15 ó 20 minutos bastarán- vamos con nuestro Mamut. Tal vez lo más difícil del asunto sea encontrar pan de molde alargado para poder enroscarlo. Suerte con ello. Evidentemente, no pasa nada si lo hacemos con el cuadrado de toda la vida, pero por aquello de seguir la receta original…
Como siempre, cuanto mejor sean los ingredientes, más rico estará todo. La idea es combinar paté con una carne cocida. Nosotros hemos optado por roast beef, porque somos así de finos, pero se podría hacer también con lomo Sajonia o mejor aún con jamón york del bueno. En este caso, que esté cortado un poco grueso.
Atentos que ahora viene lo sofisticado: untamos el paté, colocamos la carne, enrollamos usando otro poco de paté para pegar el pan y ponemos por encima queso rallado del que más nos gusté. Para gratinar podemos usar el horno o incluso en una plancha de sandwich, con un poco de cuidado, tendremos el mismo resultado.
Servimos con la salsa de champiñones que hemos preparado -en la base o separada, según nos de- descorchamos una botella de vino y brindamos por el Zoo y aquella Barcelona.