Se llama Laura López, pero todo el mundo la conoce como @lauraponts, el nick con el que ha conseguido triunfar en Instagram. Y fuera de allí, porque sus coloridas instantáneas de comida ahora saltan al mundo del papel de la mano de Libros Cúpula en Arte Foodie. Allí comparte no sólo sus mejores fotos, sino también recetas y su historia.
Instagramer, foodie, food stylist… El caso es que más de 85.000 seguidores y decenas de miles de likes avalan su éxito en la que ahora mismo es una de las redes sociales de más éxito. Pero detrás de las cifras -nos cuenta- hay muchas horas de trabajo. Compatibiliza lo que empezó como una afición y ahora es mucho más, con un trabajo en una tienda en Ponts, la localidad donde reside. Hace fotos para el restaurante Can Jubany y colabora con cada vez más marcas, atraídas por las fotos y la popularidad de esta instagramer.
“No tenía Instagram porque me parecía una tontería, y al final fueron mis amigos los que me enseñaron la aplicación”, confiesa. Eso fue hace 3 años, pero las colaboraciones con marcas y campañas empezaron hace solo un año.
“Yo no me enteraba de nada y ni siquiera sabía que se podía cobrar por esto. Recibía regalos en casa para que hiciera fotos, y las hacía. Hasta que un día una amiga me preguntó cómo hacía las facturas, y ahí me di cuenta”, confiesa.
Lejos de la imagen que a veces proyectan los protagonistas de este mundo de las redes sociales, López tiene los pies bien puestos en el suelo. «¿Dejarlo todo y vivir de Instagram? Hay gente que lo hace -apunta- pero qué pasará si un día cambia la moda. ¿Cómo pagas las facturas entonces?», se pregunta en voz alta.
Por eso ella sigue trabajando en la tienda familiar y aprovecha las horas del mediodía para hacer las fotos. 2 o 3 al día, algunas para esa misma semana, otras para más adelante. Y es que detrás de sus apetitosos bodegones hay mucho trabajo y logística para organizar no sólo las fotos, sino su publicación o responder a los correos, tarea a la que le ayuda una amiga.
¿Hay algún secreto para triunfar con las fotos de comida en Instagram? Posiblemente no, pero @lauraponts comparte con nosotros algunas de las técnicas que ella lleva años usando, y que la han convertido en una referencia en un mundo cada vez más popular.
Constancia. Puede sonar evidente, pero hay que recordarlo. En su caso, comparte entre 2 y 3 fotos diarias cada día del año. Al principio, cuando los likes y los seguidores escasean, cuesta mucho, pero hay que seguir. “Yo tengo éxito porque he trabajado mucho”. Así de fácil y de difícil.
Invertir en material. Aunque hace todas las fotos con el teléfono (un iPhone 6) y defiende esta herramienta frente al equipo profesional -yo no soy fotógrafa, reconoce- sí que apuesta por invertir tanto dinero como se pueda en el material para las fotos, desde las bases de madera a todo el atrezzo. La idea es sencilla: no poner lo mismo que saca todo el mundo.
Luz natural. Siempre. En su caso hace las fotos en el suelo, en la terraza y siempre al mediodía. La luz es clave en cualquier foto, pero en las de la comida, donde la estética es vital, lo es todavía más. ¿Fotos en los restaurantes? @lauraponts reconoce que cada vez hace menos, por falta de tiempo pero también por falta de luz.
¿Bueno o bonito? A ser posible las dos cosas, aunque a veces prima lo segundo y se usan pequeños trucos, como pincelar algunos ingredientes con aceite para que brillen más. No obstante -reconoce- hay cosas muy ricas (carne con setas, por ejemplo) pero que es muy complicado hacer que resulten apetitosas en una foto. También se puede mentir un poco en los títulos. ¿Un ejemplo? Ese puré de calabaza con crema de queso, en realidad puede ser yogur. Y está muy bueno.
Organización. “Un mismo croissant igual me sirve para 5 fotos que voy colgando a lo largo de diferentes meses”, nos confiesa. Y es que no se trata de hacer las fotos y colgarlas al momento, sino de planificar un poco qué se va a publicar cada día, y aprovechar para ir haciéndolas cuando se tenga un momento. ¿Cuántas al día? En su caso 2 o 3 (desayuno, comida y cena) Sí, eso son más de 1.000 fotos al año.
La comida no se tira. Una de las grandes preguntas al ver esos bodegones repletos de comida, ¿qué se hace después con ella? Comérsela, por supuesto. Tupers cerca y, una vez hechas las fotos, aprovecharla para el resto de la comida. En el caso de @lauraponts incluso esos enormes yogures con frutas que luce en el desayuno se pueden guardar en un bote, y las frutas, una vez lavadas, para zumos o para una macedonia por ejemplo. De nuevo, la organización es básica.
Lo más fácil y difícil de fotografiar. La carne y el pescado son, sin duda, lo más complicado. ¿Y lo que más luce? Los huevos fritos, las ensaladas con muchos colores, la pasta preparada bien bonita y colorida, el aguacate -uno de los productos fetiche en Instagram- las tostadas con fruta…
¿Filtros? Pocos. La comida tiene que tener el color que tiene en realidad, así que mucha moderación con los filtros. Laura recomienda usar VSCO Cam, una aplicación que se caracteriza precisamente por tener unos filtros más suaves que los propios de Instagram. Un consejo que parece muy lógico pero que es un error muy común: hay que limpiar siempre bien el objetivo antes de disparar la foto.
Cuidado con los selfies y la publicidad. “A veces cuelgo fotos mías, pero la gente no espera ver eso, sino fotos de comida, y por eso incluso pierdo seguidores”, explica. Y es que no todo vale en Instagram. Y si los selfies no siempre gustan, la publicidad es un tema más peliagudo. El público de esta red es muy exigente en este punto y, como relata esta Instagramer, resulta difícil hacer entender a la gente que las horas de dedicación y el trabajo también pueden tener una compensación. Por cierto, otro consejo importante: interactuar con los seguidores y responder a los comentarios.
Primero YouTuber ahora Instagramer y luego será FaceBooker. No somos mas tontos porque no lo premian.
Sea cual sea la red social, el trabajo fotográfico de Laura es impresionante, realmente de admirad, solo por ver sus fotografías dan ganas de hacerse de Instagram.
Buen reportaje.
Las fotografías juegan un papel vital en el marketing gastronómico. Como se suele decir «la comida entra por los ojos», y con una buena fotografía todo es más fácil. El trabajo de esta instagramer es bueno, tiene estilo.
interesante