Lo mejor y lo peor de ‘MasterChef Junior 5’

Finalizada una nueva edición de MasterChef Junior, y van cinco, volvemos a tener las mismas dudas de siempre. El programa nos gusta, porque es entretenido y porque nos fascina que un niño de 8 años pueda siquiera hacer una tortilla francesa. Pero, por otra parte, seguimos teniendo esa misma sensación de amodio, que dirían los de Campofrío, hacía este formato en versión infantil.

Por una parte, como decimos, nos encanta ver la pasión con la que se ponen delante de las cocinas estas personitas que, en algunos casos, como Núria y María, no alcanzan ni siquiera a ver los fogones. Es alucinante que sean capaces de preparar cualquiera de los platos que preparan, por sencillos que parezcan, o que sean capaces de hacer 300 pintxos en una hora y media.

Sin embargo, hay una parte del programa que nos genera siempre múltiples dilemas morales. ¿Cómo podemos acabar cogiendo manía a un niño que apenas tiene 10 años? ¡Pero si sólo es un niño! Sin embargo, ese sentimiento de rechazo existe, y es generalizado. Y, sin quitarnos parte de culpa, el responsable final es el programa.

La clave está en el montaje. Cuando tu editas un programa puedes decidir dejar o eliminar determinados comentarios que pueden generar rechazo en la audiencia y hacer que ésta acabe estigmatizando a un niño. Sin embargo, lo habitual es que este tipo de comentarios o gestos se mantengan en la fase de montaje porque, no nos engañemos, es lo que da audiencia: ¿A quién le interesa un programa en el que todo sea buenrollismo?

En el caso de los adultos es bastante evidente, pero en un programa en el que los protagonistas son los niños, este tipo de mensajes deberían quedar al margen. Entre otras cosas porque son muchos los niños que se ponen frente al televisor para verlos cada semana, y la verdad es que el ejemplo, en muchos casos, no es el más adecuado.

Y con esto no estamos hablando de manipular, simplemente de dulcificar. Aceptamos que con los adultos el ambiente caldeado venda más, pero con los niños no debería ser un aliciente. Porque, al final, lo que más nos gusta es verlos enfrentarse a retos gastronómicos y resolverlos con mayor o menor soltura. Pero, como ya hemos dicho en muchas ocasiones, esto es televisión. Y aquí hemos venido a jugar.

Dicho esto, hagamos un repaso de lo que ha dado de sí esta edición, que no ha sido poco.

El empeño del programa por los momentos gore

Después de haber visto a Odkhuu desollando libres en la quinta edición de los senior, ahora nos ha tocado ver también al pequeño Hugo despellejando un conejo o, lo que es peor, a Juan Antonio matando a una anguila. Porque sí, el programa le puso una anguila tan fresca, que cuando el pobre niño se quiso poner a partirla, ésta empezó a moverse cual culebrilla ante la cara de terror/asco del pobre niño. Es verdad que, como el propio Pepe dijo, está bien que los niños sepan que la leche sale de un animal y no de un tetrabrik, pero de ahí a hacerles matar a un animal por la tele, pues hombre, hay una pequeña diferencia.

Chefito, el robot innecesario

En esta edición le han puesto a Eva un ayudante, Chefito, un robot cocinero que, la verdad, aún no tenemos muy claro qué pintaba en el programa. El día que lo presentaron pensábamos que «serviría» para algo, pero lo cierto es que lo único que ha hecho ha sido decorar el plató. Esperamos que, al menos, la marca en cuestión haya soltado unos cuantos euros a las arcas de la televisión pública que, la verdad, falta le hacen.

La emoción de Juan Antonio con unas patas de gallina

El día de la subasta de las patas también será recordado por ver a un niño emocionado pujando por cocinar unas patas de gallina. Sí, unas patas de gallina con sus uñas y todo. Juan Antonio es el primer niño de la historia que se emociona con cocinar semejante ingrediente. Como él mismo afirmaba durante el cocinado «la gente se cree que no se pueden comer, que es una marranería», pero él demostró que nada más lejos de la realidad currándose un guiso de lentejas de esos que hacen a Pepe salivar y que le valió quedarse una semana más en el programa.

Los favoritismos. Feo, feo

Los favoritismos están a la orden del día, también en MasterChef Junior. Ya nos hacemos a la idea de que debe ser muy difícil no cogerle cariño a alguien como la pequeña Núria, que es capaz de soltar frases como «me duele la garganta de la tristeza». Pero Jordi, se te ha visto el plumero. Demasiado. Y a Samantha tres cuartos de lo mismo con María, esa pequeña de refinados aires franceses, y que resultó ser prima de Miguel Angel Muñoz, ganador de la primera edición MasterChef Celebrity. Curioso…

Por fin Jordi se lleva lo suyo

El miembro más temido del jurado se ha llevado más de un zasca en esta edición. Y es que los niños no se cortan un pelo, especialmente Juan Antonio, a quien no le temblaba la voz para decirle cuatro cosas -a su manera- al temido Jordi. Claro que los chicos de vestuario tampoco se lo han puesto fácil: el día que salió vestido de paje real del Rey Melchor pasará a los anales de la historia, entre otras cosas por ser identificado como «Juana La Loca». Y la verdad es que guardaban cierto parecido…

Pero es que además en esta edición a Jordi se lo han puesto cuesta arriba. Como el día que tuvo que salir con los patines en la mano ante las risas de los niños, y confesar que no sabía patinar, mientras su compañera Samantha se recorría el plató enfundada en sus patines en línea, y Pepe hacía lo que podía sobre un patinete. En fin, Jordi, en esta edición te has ganado el sueldo. Claro que sí.

A tartazos con el jurado

Otro de esos momentos que muchos de los concursantes que han pasado por todas las ediciones del programa les gustaría haber vivido en persona: liarse a tartazos con el jurado. Esther, María Arias y María, capitaneadas por Samantha, fueron las ganadoras de la prueba con semejante privilegio. Pero, aunque los destinatarios de los tartazos eran Pepe y Jordi, esto es MasterChef Junior y, claro, aquello acabó como era de esperar: en una gran batalla de tartazos que llegaron hasta la pobre Eva. Comer no comerá, pero cuando toca pillar, pilla siempre.

Siguiendo los pasos de un 3 Estrellas Michelin

La primera prueba de la final fue una de esas que hacen sufrir hasta a los mayores cuando les toca: seguir el termo de un chef invitado. En este caso, a los niños les tocó seguir los pasos del triestrellado Dani García. Un reto absolutamente fuera del alcance de cualquiera de nosotros: glice, xantana, agar agar, sifones, nitrógeno líquido… y todo sin perder de vista los pasos del cocinero.

Las caras de sufrimiento, en especial de la pequeña María, lo decían todo. Sin embargo, una vez más, consiguieron salir airosos. Y es que serán niños, pero los 4 finalistas supieron estar a la altura de semejante reto y a más de uno nos gustaría poder presentar un plato con la dignidad que lo hicieron ellos.

3 COMENTARIOS

  1. Menos mal que no solo lo he visto yo, la maria estaba enchufada hasta el final, y estoy empezando a ver tongo ese programa, el colmo fue nitrogeno con niños de 9 años!!!, me huele a mentira todo

  2. Que los niños aprendan a cocinar me parece perfecto, que salgan en la televisión en un concurso puede estar bien, pero a mi parecer que les hagan usar nitrógeno líquido, ya de por sí peligroso me parece que se les va de las manos. Una cosa es que los peques cocinen y les enseñamos valores desde que son pequeños y otra muy diferente es esto. Yo no lo veo

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