Que la mayoría metemos más cosas en la nevera de las que realmente lo necesitan no es ningún secreto. Por costumbre o por espacio, lo cierto es que muchas frutas y verduras que no necesitan vivir a dos grados acaban castigadas en esos cajones transparentes que nos prometen conservar todo fresquísimo durante un par de décadas.
Para salvar las patatas, los tomates o las naranjas de esa vida de frío inncesario basta con reorganizar espacios y cambiar manías. Pero si además lo queremos hacer con estilo y convertir nuestra cocina en la más espectacular y original del barrio, atentos a las propuestas de Jihyun Ryou y su proyecto Save food from the refrigerator.
A partir de un sistema de baldas de madera, la idea es crear espacios específicos para cada producto, dependiendo de sus necesidades de conservación. En algunos casos es algo tan sencillo como una huevera -no, los huevos no necesitan nevera- que cuenta con un recipiente con agua en el centro para sumergir cada huevo y comprobar su frescura.
Lo de los tarros para especias que incluyen arroz en su tapa para eliminar la humedad también suena a clásico reformulado. ¿Quién no ha echado alguna vez arroz al salero para que no se humedezca la sal? Pues lo mismo, pero en plan bonito.
Otra idea sencilla pero resultona: una bandeja con agua para mantener la humedad de los vegetales, colocados encima sobre una bandeja de madera. No obstante la propuesta para zanahorias y demás es algo más sofisticada (y bonita) con una base de arena que también se puede humedecer y que sobre todo permite conservar estas verduras en posición vertical. Por lo visto, es mejor para asegurarnos de que aguantan más y en buen estado.
¿Y sabíais que las patatas y las manzanas se llevan bien? Pues así es. Por eso es mejor almacenarlas juntas: debajo y protegidas de la luz las patatas y encima las manzanas, que según maduran desprenden un gas que ejerce de conservante de las patatas.
Así lo explica Jihyun Ryou, que contextualiza este proyecto no como un mero ejercicio de diseño sino como una propuesta para recuperar el conocimiento tradicional respecto a la conversación de alimentos y reintroducirlo en las cocinas. Menos nevera y más despensa, podría ser el lema. O alacena, que es una de esas bonitas palabras que cada vez se usan menos.
De acuerdo, no hace falta tanta pijada para sencillamente guardar muchos de estos alimentos donde toca, pero rescata ya a esas pobres patatas de la nevera, por favor.