Por mucho que ahora sepamos cómo cocinar correctamente la pasta y que no hay que pasarla por agua después de cocerla, hay algo que a muchos se nos sigue resistiendo: aprendernos el nombre de las decenas de variedades y formas. Pero, ¿y si existiera una pasta que fuera cambiando de forma al echarla en agua caliente?
Por muy extraña o absurda que pueda parecer la idea, eso es precisamente lo que han conseguido científicos del prestigioso instituto tecnológico MIT. Según explican los doctores Wen Wang y Lining Yao, mediante el uso de bacterias y gelatinas que reaccionan al cambio de temperatura, se puede conseguir que una pequeña porción plana de pasta adopte la forma deseada. Es decir, no se trata de un cambio aleatorio, sino que se puede elegir por adelantado la forma final de la pasta en cuestión.
¿Ventajas? Más allá de la curiosidad y diversión de ver cómo cambian de forma en el agua -tal y como puede apreciarse en el vídeo difundido por estos investigadores-, el ahorro de espacio en el empaquetado y transporte es uno de los aspectos que destacan sus inventores.
Es decir, el clásico paquete de macarrones podría ser mucho más pequeño y plano, y sólo al echar las láminas de pasta en el agua estas adoptarían la forma tradicional de los macarrones. Sí, algo así como el método IKEA para sus muebles en paquetes planos, pero adaptado al mundo de la pasta.
Aunque seguramente la idea no haga demasiada gracia en Italia, ni a los puristas de la pasta, hay otro argumento a su favor: las posibilidades a la hora de crear nuevas formas de pasta, tan espectaculares como por ejemplo una flor con sus pétalos.
¿Es este el futuro de la pasta? Podría ser. Eso sí, para conseguir que siempre quede al dente y no pasadísima, como se estila muchas veces en España, parece que por ahora no hay ningún remedio mágico.