La primera ley de la termodinámica gastronómica dice que ponerle caviar o una capa de oro a cualquier plato hace que, evidentemente, sea más caro, pero no necesariamente más rico. De hecho, el resultado tiene muchas posibilidades de acabar convertido en una gran horterada digna de esas cuentas de muchos ceros que se estilan en los lounge de Marbella.
Es más, la mayoría de veces el precio es lo único interesante del plato en cuestión. Da igual si tiene sentido, si hay alguien dispuesto a probarlo o mucho menos si está bueno: es que hemos creado lo que sea más caro del mundo. Los titulares están servidos y puede que incluso el récord Guinness de turno.
Así que cuando hace unos días leímos que el local holandés De Daltons había conseguido crear la hamburguesa más cara del mundo, el bostezo fue épico. Poca broma porque cuesta 5.000 euros y lleva entre sus ingredientes algunos de los productos más exclusivos del mercado.
Pensándolo bien, el mérito sería justo lo contrario. Es decir, si de lo que se trata es simplemente de vender la hamburguesa más cara del mundo, la noticia sería que alguien ha colocado un Whopper con queso por esos 5.000 euros.
Sí, como la historia de la pizza aquella vendida hace años por unos cuantos Bitcoins y que traducido a la cotización de ahora es más o menos el PIB de algún pequeño país.
Total, que volviendo a De Daltons y su hamburguesa The Golden Boy, lo cierto es que el vídeo de la preparación es de lo más curioso. Pan con oro, carne de wagyu A5 (el bueno), caviar, mahonesa hecha con huevo de pato (no es broma), paleta Joselito (no jamón, mal ahí), caviar, Don Perignon usado de alguna forma absurda que ya no recuerdo…
Hay que reconocer que hay un gran trabajo creativo para conseguir incluir en la receta de una hamburguesa semejante lista de exquisiteces. Algunos -ese café y whisky carísimos utilizados para la salsa- dan un poco de risa, pero si la idea era usar muchas cosas caras para poder justificar lo de los 5.000 euros, felicidades.
Insistimos en que alguien dispuesto a pagar esa cifra por una hamburguesa seguramente lo hará precisamente porque cuesta eso, no porque lo merezca o porque el caviar sea el mejor del mundo y no el de Hacendado.
Pero en fin, que todo esto da un poco igual porque la historia tiene un feliz desenlace. Semejante estupidez, al menos es por una buena causa: el dinero recaudado de la venta de la hamburguesa ha ido destinado a un banco de alimentos.
En concreto, la nota de prensa habla de la venta de la primera edición de la hamburguesa y no hay más pistas sobre si ha habido o no clientes posteriores al de la foto del record mundial: el presidente de la Royal Dutch Food and Beverage Association.
Si alguien se anima a probarla -es por una buena causa-, toca reservarla con dos semanas de antelación y pagar por adelantado unos 600 euros a modo de fianza.
No existen las buenas causas, engañabobos, muchos.
¡Yo no me gastaría ni loca esta fortuna en una hamburguesa! El oro es para ponérselo no para comer jajaj