Es una de las preguntas recurrentes que todo el mundo se ha hecho y respondido alguna vez. ¿A qué te dedicarías si el dinero no fuera un problema? Una duda existencial que, por lo visto, también los streamers se plantean: sus ingresos tienen muchos ceros y cada vez que explican en qué se va parte de ese dinero salta la polémica, el escándalo o lo que sea.
El último de la lista no vive en Andorra -por ahora, aunque ya ha amenazado con irse, por supuesto- y desde hace unas semanas parece que se ha convertido en una fuente inagotable de titulares. Hablamos del artista conocido como El Xokas que, además de hablar de si los críos es mejor que quieran ser funcionarios o emprendedores, también ha desvelado lo que se gasta en comer.
A diferencia de Ibai Llanos -cuyos vídeos visitando algunos de los mejores restaurantes del país suman millones de visitas-, este muchacho parece que sale menos de casa, así que sobrevive a base de comida a domicilio. Para comer y para cenar, explica él mismo. De hecho, es habitual que esté comiendo en sus directos y hasta tiene una sección dedicada al tema.
Según sus cálculos, cada mes se le van cerca de 1.000 euros en estos pedidos, y en 2021 se gastó unos 10.000 euros en comida. Ojo que no es que pida un menú degustación de esos de cientos de euros. Hablamos en la mayoría de casos de pedidos de comida rápida que -según cuenta- suponen unos 15 euros al mediodía y otros tantos a la noche. 30 euros al día por 30 días y ahí están esos 900 euros o más mensuales.
Algunos se han escandalizado por la cifra. En realidad, casi es lo de menos. Cualquiera que coma fuera cada día ya se gastará casi la mitad a base de menús del día. Si por lo que sea tampoco se está en casa para cenar, no es difícil llegar a esa cifra. Así que lo peor es tener que sobrevivir así durante mucho tiempo (más de un año, por lo visto) y no presentarlo como un problema, sino como un «mira cuánto dinero tengo y me gasto».
Cuesta saber dónde acaba el personaje de tono chulesco y empieza la realidad, pero da la sensación de que él lo vende no solo como una necesidad por su ritmo de trabajo, sino también como una especie de privilegio. Los 1.000 euros que para muchos serían el salario del mes, él se los funde en pedir comida. ¿Qué envidia, no?
Se pasa delante de la cámara 10 o 12 horas diarias, reserva un par al día «libres» (redes sociales, reuniones…) así que en ese esquema no parece haber tiempo para cocinar. Tampoco ganas, suponemos. Porque, ¿quién quiere perder el tiempo haciendo una tortilla cuando en ese rato unos cuantos ‘subs’ pueden seguir dándote dinero?
Una ecuación en la que frenar un poco y hacerse la comida o salir a comprar para llenar la nevera no parecen tener encaje. Seré un romántico, pero quiero pensar que para muchos la idea de tranquilidad económica es, precisamente, poder tener más tiempo para cocinar -para uno y para otros- y disfrutar de la comida.
Lo que haga este muchacho con su tiempo y su dinero, efectivamente, es cosa suya. También hay mucho crítico gastronómico que posiblemente la última vez que frío un huevo gobernaba Adolfo Suárez, y a ellos no les decimos nada por no cocinar y comer siempre fuera.
Pero, como siempre, lo peor del asunto no es lo que haga El Xokas o quien sea, sino el tipo de mensaje que se está lanzando a su audiencia, la mayoría muy joven. ¿Cocinar es una pérdida de tiempo? ¿Cocinar y hacerse la comida es de perdedores cuando puedes pagar a alguien que te la haga, te la traiga y tú seguir trabajando?
El éxito convertido en una suerte de autoexplotación engrasada con fast food. La verdad, no me gustaría que mi hijo creciera escuchando semejante mierda. Y mucho menos pensando que eso es el mundo real.