‘Espigador’ es una palabra en desuso tal vez porque se refiere a una práctica habitual en el mundo rural de hace décadas, pero hoy prácticamente desaparecida: rebuscar tras la cosecha para aprovechar lo que había quedado en el campo. «Personas con pocos recursos entraban a recoger lo que había quedado de las cosechas con el permiso del terrateniente. Estas personas se arrodillaban con dignidad a recoger los alimentos y los transformaban en otros productos», explican desde Espigoladors, una asociación catalana que pretende recuperar esta práctica y darle un enfoque social.
Reivindicar esas frutas y verduras feas que se quedan en el campo o que están condenadas a acabar en la basura por no cumplir los absurdos criterios estéticos de la industria alimentaria, donar parte de esos alimentos y transformar el resto mediante proyectos de integración de personas en riesgo de exclusión social forman parte de este interesante proyecto.
«La idea surgió desde una premisa muy simple pero contundente: se tira mucha comida y hay personas que pasan hambre», apuntan desde la asociación. A partir de aquí han creado un modelo que responde a tres vertientes: el despilfarro de comida, la falta de acceso a una alimentación sana y saludable de colectivos en riesgo, y la falta de oportunidades de estas personas.
«Creamos comunidades de espigadores para que de manera organizada vayan a recoger los restos de las cosechas, hacemos llegar un 95% de los alimentos que recogemos a entidades sociales e integramos a persones en riesgo en la transformación del resto».
Una calabaza fea, por ejemplo, sigue siendo perfectamente consumible tanto de forma directa como transformada en una crema o en una mermelada. De esta parte también se ocupa la entidad, que comercializa estos productos bajo la marca Im-Perfect. Con esta mecánica han conseguido salvar ya más de 80.000 kilos de alimentos cuyo destino era la basura. Y es que España ocupa el sexto puesto en Europa en lo que respecta a desperdicio de alimentos.
¿Pero qué se considera una fruta o verdura fea? Aquella que por cuestiones estéticas es descartada del mercado. «Esta discriminación acaba perjudicando a muchos actores de la cadena alimentaria, fomentando el despilfarro alimentario, rompiendo con la educación en valores, y transmitiendo un mensaje de lo que es normal o no lo es, de lo que es bonito o feo según unos criterios estéticos marcados», defienden desde Espigoladors.
Todos somos parte del problema y parte de la solución, reconocen. «Si el consumidor pidiera fruta fea, el mercado vendería fruta fea. Pero, por el momento, se promueve el consumo de frutas y verduras que cumplen parámetros de forma, color y tamaño, ignorando que lo importante es el contenido del alimento».
La patata amorosa, la berenjena presumida, las cerezas abrazables…. Esos son algunos de los nombres con los que desde Espigoladors y la marca Im-Perfect han bautizado a estas frutas y verduras feas. «Una marca que quiere acercar y poner en relieve la calidad y la parte bonita de las imperfecciones, tanto en las personas como en las frutas y verduras que recogemos, alejándonos de los cánones rígidos y estrictos»
Respecto al apoyo de organismos y empresas, aseguran que se está creando una red de colaboradores que provienen de organismos públicos, entidades sociales y empresas que apoyan el modelo para poder incrementar el impacto social. «Estamos realizando proyectos a medida para empresas que estén interesadas en integrar dentro de su responsabilidad social una iniciativa que luche contra el despilfarro alimentario».
¿Cómo ayudar? Pasarse por la web de esta asociación para descubrir todos los detalles de su increíble labor puede ser un primer paso. O, por ejemplo, incluir alguno de sus productos en la lista de regalos para las próximas Navidades.
Luchar contra el hambre puede ir mas allá de donar alimentos, escarbando -nunca mejor dicho- en esos rincones absurdos e injustos del sistema alimentario. Y es que esas frutas y verduras feas e imperfectas que no consiguen llegar a los mercados han demostrado que pueden ser las más justas.
Magnifica idea!
Una pena que todavia no llegue a Madrid…
o alguien sabe de alguna alternativa simliar en la capital?
Saludos y gracias
Bueno somos responsables «todos» eso es algo discutible. Llevamos años y años recibiendo desde la publicidad y las empresas alimenticias una imagen de como ha de ser el producto que «debemos» consumir. Y luego los productos que nos llegan son así. No es algo que se diga ostras traemos el producto y no lo compran por que tiene forma rara. No creo que nosotros seamos los responsables ni tan siquiera parte de esa decisión.
Es una alternativa que debería hacerse obligatoria ya que es una aberración tirar comida por que no tiene determinada forma. Como decía mi abuela «Es que te lo vas a tragar entero? Pues hala».
En los supermercados hay una sección con fruta «fea» mäs barata. De momento es lo único que podemos hacer en madrid.