Es uno de los temas de debate habituales en el mundo de la hostelería: ¿habría que cobrar o pedir una tarjeta para asegurar la reserva en un restaurante? Una práctica bastante extendida en otros países -al menos en locales de cierto nivel- pero que aquí sigue siendo poco habitual y que, además, parece enfadar a algunos clientes.
Una medida que, en todo caso, llega como respuesta a esos genios que reservan una mesa para seis un sábado noche y no se presentan, ni avisan o lo hacen cuando ya no hay margen para intentar ocuparla. La frustración y enfado de los hosteleros es fácil de entender. Su argumentación también: si se hace en hoteles, por qué no también en restaurantes.
Pero, como siempre, también están los que se pasan de frenada con su política de reservas y cancelaciones. Vaya, que una cosa es asegurar que tu restaurante no pierda dinero por algún cliente que se pase de listo y otra acabar pareciéndote a Ryanair.
Es el caso del restaurante The Fordwich Arms, situado en Canterbury (Inglaterra) y reconocido con una Estrella Michelin entre otros galardones. La cocina parece ser estupenda, pero el trato a los clientes tiene algunos flecos que chirrían.
Al menos si se le pregunta a Martin O’Grady, protagonista de una historia bastante terrible estas pasadas navidades. Según explica él mismo -y descubrimos a través de Vice-, el plan era celebrar su cumpleaños y la última noche de 2019 en este restaurante. Junto a otras cinco personas hicieron la correspondiente reserva y pagaron una señal de más de 700 euros siguiendo la política del local.
https://www.instagram.com/p/B39bkdQHoJR/
Las cosas empezaron a complicarse cuando el padre de O’Grady tuvo un accidente en plenas fiestas y él tuvo que salir del país para acompañarle. Era 27 de diciembre -recuerda él mismo- y alguien llamó al restaurante para explicar lo ocurrido y pedir un cambio en la fecha de la reserva. No cancelarla, insisten, sino cambiarla.
La respuestas del restaurante fue que en su política sobre reservas quedaba claro que no era posible recuperar la fianza si se cancelaba y que tampoco se contemplaba la opción de cambio de fecha. ¿Ni en estas circunstancias? Al parecer no.
Y tampoco cuando el padre del cliente en cuestión murió el mismo día 31 de diciembre y, de nuevo, los compañeros de mesa hablaron con el restaurante para explicar lo ocurrido.
La versión del restaurante añade algunos detalles sobre lo ocurrido. Como, por ejemplo, que intentaron ocupar la mesa que iba a quedar libre para dar así la opción de cambio de fecha y que sí ofrecieron la opción de eliminar a dos personas de la reserva -el hijo de la víctima y su pareja- y usar el dinero de la fianza como parte de la cuenta de bebidas del resto. ¿Cómo vamos a ir de cena en esas circunstancias y a celebrar el cumpleaños de una persona que no estaba?, respondieron los compañeros de mesa.
«Somos un restaurante pequeño y para esa cena especial de fin de año usamos muchos ingredientes caros y contratamos más personal», explicaron desde el restaurante a medios locales cuando el caso saltó a los titulares y muchos cuestionaron su política de cancelaciones.
Aunque en realidad no hay mucho que discutir a que un local exija un adelanto para una reserva, queda en manos del cliente aceptar o no esas condiciones. Pero lo que no parece de recibo es esa falta de flexibilidad cuando las circunstancias y el sentido común invitan a hacer una excepción.
De hecho, ahora nos preguntamos qué harían en The Fordwich Arms si alguien tiene una reserva y muere antes de poder disfrutar de su cocina. ¿Devolverían el dinero de la fianza a la familia o tampoco sería motivo suficiente para justificar una reserva anulada?
¿Y el restaurante tiene que perder el dinero que ha invertido en preparativos, personal, bebidas, ingredientes…? Si hubieran podido cubrir la reserva entiendo que pueden aceptar la anulación, a la vista del motivo, pero como no fue el caso no creo que sean ellos lo que tengan que «cargar con el muerto».