El problema de la famosa cesta de la compra de 140 euros

No es bonito ir por ahí afeándole a alguien su cesta de la compra. Seguro que en el supermercado todos nos hemos fijado alguna vez en la compra ajena, pensado algo y guardado un respetuoso silencioso.

Las redes sociales, por supuesto, no son así, y si alguien publica con orgullo lo que ha comprado en el supermercado se presupone que hay vía libre para comentar, corregir y enumerar todo lo que está mal.

Así que no es nuestra intención sumarnos a los centenares de comentarios que le han dicho a Raúl lo que debería comprar tras su ya famosa foto de lo que se había comprado en el Mercadona de turno por 140 euros. Suficiente, aseguraba, para tres personas y tres semanas. Pese a la subida de precios general y comprando con cabeza, remataba.

El aquelarre de carne, ultraprocesados y plástico es algo así como la pesadilla perfecta de cualquier nutricionista. Un paquete de lo que parecen alubias, unos tímidos pimientos verdes que se adivinan en una bolsa de plástico y unas almendras son el único rayo de esperanza en un paraje donde falta fruta, verdura, pescado… comida, en resumen.

https://twitter.com/____pirata____/status/1533037058771587072

Pero todo eso ya estará dicho, y el bueno de Raúl, lejos de tomar nota, seguramente tendrá más ganas que nunca de volver al super a comprar una bolsa de dos kilos de Risketos de Hacendado para indicarnos lo que le importan nuestra opiniones y consejos.

Así que en vez de darle la lata a él, usemos este ejemplo viral como prueba de todo lo que está mal. Porque ya no se trata de que falten ahí al menos unas manzanas o unas latas de sardinas -que están muy bien de precio, son ricas y sanas- y cambiemos ese roscón infame o tanta carne por unos tomates para un gazpacho o una ensalada. Mucho más económico, por cierto, que esas salchichas o ese lomo.

Pero no solo por tu ticket de la compra, sino por el precio oculto de esa compra en la que en realidad solo ganan los peores productos, la gran distribución y palmamos todos los demás. El mercado de tu barrio -si es que queda-, la frutería de al lado de casa, los que intentan producir huevos o carne en condiciones, el que se queja de que le pagan los limones a precio de miseria…

No son 140 euros, son mucho más. Porque esos huevos que, ojalá me equivoque, seguramente son los que llevan el 3 en la cáscara -gallinas en las peores condiciones- llevan un coste añadido que tiene que ver con la explotación animal, la contaminación y un sistema de producción que no es sostenible.

Por no añadir en la factura el tema de la salud. Que esa es otra. Una alimentación sostenida basada en los productos que se ven en la imagen es un boleto seguro para acabar en el médico. ¿Pagará tal o cual marca de supermercados o los productores de esa carne picada -si te fijas no se llamará ni así, porque no es 100% carne- o entre todos, los problemas derivados de un modelo de alimentación que ellos potencian?

El problema es que Raúl cree que está regateando al sistema y sus precios, cuando en realidad es una víctima de un sistema en el que, como siempre, los beneficios van para cuatro, pero las pérdidas y los problemas se socializan.

Tal vez por eso algunos se enfadan tanto cuando el Ministerio de Consumo recuerda que hay que reducir el consumo de carne. Esta foto es la mejor prueba de que hacen falta muchas más campañas y acciones en esa dirección. Para acabar, entre otras cosa, con esa idea de que comprar y comer mal es más barato que hacerlo mejor. Para recordar que esas bandejas de carne de calidad ínfima cuestan mucho más que un kilo de berenjenas, tomates o calabacines

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