La idea era buena: un sistema sencillo para identificar los alimentos poco saludables. Pero la implantación de Nutriscore ha vuelto a demostrar que la industria alimentaria se las sabe todas y es capaz de convertir lo que parecía un sistema interesante en una especie de trampa en la que unos cereales azucarados obtienen mejor puntuación que el aceite de oliva virgen extra. Como dice el tópico: no se podía saber.
Lo cierto es que hace ya mucho tiempo que los nutricionistas cuestionan el sistema y señalan esas grietas que la industria ha aprovechado para seguir colándonos goles en las estanterías del supermercado.
Como siempre decimos, no hay nada malo en comer unas galletas, siempre y cuando tengamos claro que unas galletas nunca serán sanas, por mucho que el departamento de marketing le ponga semillitas, “sin azúcar añadido”, o lo que quiera a la etiqueta.
Ojo que está pensado para comparar productos de una misma categoría, avisan desde hace mucho otros expertos en la materia. Y tienen razón. Es decir, no tiene sentido comparar unos Risketos -con todo nuestro cariño y respeto a este delicioso aperitivo que zampamos de vez en cuando- con un yogur natural.
¿El Nutriscore servirá para mejorar los productos y nuestra salud? Lo dudo bastante. Estas imágenes corresponden al mismo yogur antes y después del NS. Solo han tenido que quitar 0,6 gramos de azúcar para pasar de C a B. El producto sigue siendo insano pero ya no lo parece. pic.twitter.com/yxlSmjlrkG
— Miguel A. Lurueña (@gominolasdpetro) July 14, 2020
El bautizado como semáforo nutricional no se inventó para eso, cierto. Pero una cosa es lo que la teoría diga y otro el uso real que el cliente le da en la práctica. Así lo demuestran los problemas que ya desde el comienzo creó la catalogación de alimentos casi sagrados en la dieta mediterránea -como el citado AOVE- en comparación con otros productos procesados que tenían mejor nota. Por poner un ejemplo sencillo: la Coca Cola Zero tiene mejor nota que el aceite.
¿Solución? ¿Revisar los parámetros de Nutriscore o intentar explicar mejor su utilidad real? Parece lo lógico, pero en su lugar se está apostando por el atajo fácil y un tanto chapucero: sacar de la medición los productos que más chirrían, como el citado aceite de oliva.
Mientras la Unión Europea parece no estar muy de acuerdo con los planes de España de indultar el aceite de oliva -en el caso del AOVE podría tener un pase, para el aceite de oliva refinado sería más cuestionable-, la industria del ibérico también quiere apuntarse a la lista de excepciones.
Y es que ni el embutido ni el jamón salen demasiado bien parados en Nutriscore. Por mucho oleico que le pongamos al asunto y el cariño que le tengamos por aquí, la combinación de grasa y sal no le gusta nada a la fórmula del semáforo nutricional. Y, por cierto, tampoco a la mayoría de nutricionistas, que cada vez que un estudio asegura que el jamón ibérico es tan sano como un manojo de apio les da un ataque de risa.
¿Pero es lo mismo el jamón ibérico que el serrano? ¿Cómo es posible que su nota esté entre la D y la E teniendo en cuenta la cantidad de estudios que avalan su supuesta cardiosalubridad? La lista de preguntas es larga, pero la que más preocupa a los productores son los posibles efectos que la aplicación de esta normativa pudiera tener en las ventas.
Algo que, seguramente, afectará más a los loncheados de supermercado de precios medios que a las grandes piezas de valor más elevado. En cualquier caso, la baza usada para productos como la leche, el aceite o la miel, que al ser de un único ingrediente pueden quedarse al margen de Nutriscore, no parece tan sencilla de usar en productos que no cumplen con este requisito.
Mientras Gobierno y sectores económicos juegan unas bazas que poco tienen que ver con la nutrición, más allá de lo que diga Nutriscore, la información del consumidor sigue siendo la clave para una compra más saludable. Y es que, se ponga como se ponga el famoso y criticado semáforo, en el fondo todos sabemos o deberíamos saber qué es sano y que no, tenga el color o la nota que tenga. Ante la duda, más frescos y menos ultraprocesados. Ese es siempre un gran comienzo.
¿Pero esto no es para saber si algo te va a engordar o no? ¿Por que lo llaman «nutri»? Hay que ser muuu t0nt0 para no saber que atiborrarse de grasa y pasta te va a engordar, pero por lo visto en expaña es el nivel que tenemos
Desde que salió esto del NutriScore siempre he pensado lo mismo. No nos vale un semáforo. Necesitamos dos indicadores: uno que muestre el valor nutritivo y otro que muestre la frecuencia con la que deberíamos o podríamos consumirlo.
Ejemplo, los frutos secos son altamente nutritivos, pero debemos tomarlos con poca frecuencia debido a su alto contenido calórico.
Deberíamos fijarnos en la etiqueta nutritiva para saber si consumir o no un producto, y luego en la etiqueta de frecuencia para saber cuánto consumir. Fácil, rápido y entendible.
Está claro que el Nutriscore está «fabricado» por la industria alimentaria…. el lobo que se viste a abuelita para comenrnos a todos. El poderoso lobby de la industria Alimentraria básicamente de alimentos ultraprocesados ha conseguido meternos un gol por toda la escuadra.
Lo escribí en el artículo que pusisteis titulado «La sectorial considera «insuficiente» que el Gobierno excluya al aceite de oliva virgen del sistema Nutriscore» y creo que es conveniente escribirlo aquí también porque parece que no se entiende qué mide Nutri-Score, sino no entiendo cómo se escriben estas cosas.
Nutri-Score no mide las bondades de un determinado producto, mide el perfil de *nutri*entes que aportan 100g de él. ¿Qué nutrientes tiene el aceite de oliva virgen extra (al que la sectorial y otra gente quiere darle la categoría ‘A’? Ninguno.
Para ser precisos, casi ninguno, sí aporta vitamínas E y K, pero ya está. Es 100% grasa, tiene 0 proteínas (así que no se puede analizar ni siquiera cómo de completas serían en función de sus aminoácidos), 0 minerales, etc. ¿Cómo entonces le correspondería una valoración de ‘A’?
Sí, es más saludable que otros, y preferible para según qué cosas, pero no deja de ser un aceite. El consumo de aceite de girasol con alto contenido en ácido oleico se ha vinculado a una reducción del nivel de colesterol de baja densidad, pero eso no cambia nada, su aporte nutricional sigue siendo el mismo.
Y está claro que uno no va a beber un vaso de aceite como si fuese agua, sino que se echará un chorrito si eso, pero hay que evaluarlo igual que al resto de productos sino, ¿de qué sirve la métrica? ¿De qué serviría ver una ‘A’ o una ‘B’ si detrás de esa valoración podría haber intereses comerciales en vez de ser objetiva en función del producto?
Nutri-Score no mide los posibles beneficios o detrimentos para la salud que aporta un producto, sería imposible resumirlos en 5 valores para todos los productos y no solo eso, en función del uso que se le dé al producto puede ser mejor o peor y eso es algo subjetivo y no objetivo. Pensad por ejemplo en consumir 1 copa de vino vs. 3/4 de botella de una sentada.
Lo mismo sucede con el jamón serrano y el resto de productos, independientemente de cómo influya en la salud (recordad que varía en función de cómo sea su consumo) tiene unas características determinadas y eso es lo que se evalúa de cara a establecer su etiqueta.