Cuando oímos que Mikel López Iturriaga sacaba un libro recopilatorio de sus recetas en El Comidista la boca se nos hizo agua. Cualquiera al que le guste cocinar seguro que ha recurrido alguna vez al este blog de El País para pensar con qué sorprender a los amigos en una cena, descubrir cachivaches culinarios o, simplemente, pasar un buen rato.
El Comidista combina humor y gastronomía – la sección comida viejuna debería pasar a la historia de la cocina y la comedia – y hace asequible para cualquiera que sepa sostener una espumadera recetas de lo más resultonas. El particular estilo de Mikel L. Iturriaga se mantiene, o incluso mejora, en papel.
Así que nuestra primera recomendación gastro-literaria no podía ser otra: Las recetas de El Comidista.
Lejos de ser un recetario clásico, Las recetas de El Comidista, invita a pasar un buen rato. Como el propio Iturriaga dice en el prólogo, el libro no sólo está dirigido a aquellos con una cierta experiencia sino que pretende que quienes no saben ni freir un huevo se animen a meterse entre fogones.
Sólo hace falta echarle un vistazo al índice para darse cuenta de que Iturriaga consigue su objetivo con secciones tan sugerentes como: “Para ti, que eres pobre”, “Humilla a tus compañeros con el tupper” o “Comida Postalcohólica”. Porque, ¿quién no ha sentido un odio visceral hacia ese compañero que siempre lleva delicatesen en su fiambrera? ¿O quién no ha necesitado esas comidas contundentes para superar una resaca?
Este es el punto fuerte de Las recetas de El Comidista, la cotidianidad. Iturriaga juega con ella y crea un libro que nos da las claves para quedar bien en una cena con amigos, reciclar sobras, elaborar comidas ricas y bajas en grasas o saciar nuestra ansia de dulce con deliciosos postres caseros.
Quizá el fallo más evidente del libro sea la falta de fotografías, de esas que te enseñan cómo va a quedarte el plato – no nos engañemos, nunca queda igual – pero para compensar, la portada de cada sección es una ilustración de Daniel Jiménez. Otra de las novedades del libro es que, al final de cada receta, el autor incluye el nombre de un disco para escuchar mientras elaboramos el plato. Nosotros ya tenemos el iPod preparado.
La mejor definición que se nos ocurre para Las recetas de El Comidista es que es un libro para tener en la cocina. No es como aquellos mazacotes a todo color y con tapas duras que sólo sirven para ser adorados en la estantería y, como mucho, desempolvarlos en las fiestas de guardar. No, éste es un libro de batalla, de esos que dentro de unos meses estarán salpicados de aceite en alguna página. Un libro, como dirían nuestras madres, para la vida moderna.
Antes de acabar, un dato: los tres autores de este humilde blog fuimos -como buenos fans- a la presentación de Las recetas de El Comidista en la librería Mutt de Barcelona. Y además de bebernos una Heineken a la salud del autor, conseguimos la rúbrica de Iturriaga en nuestro ejemplar compartido para la biblioteca Gulatequera.
Ahora viene lo complicado: hacer turnos para ver a quién le toca primero. Esperemos que no llegue la sangre al río.
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