Posiblemente la mayoría estamos convencidos de tener perfectamente controlado nuestro supermercado de cabecera y saber al milímetros donde está cada cosa. Tanto, que el día que recolocan un producto y hay que cambiar recorrido es casi un drama.
Esa es la teoría, pero la práctica y la realidad parecen distar bastante de esa idea instalada en nuestras cabezas como auténticos contrarrelojistas de la compra. Y es que según Cátedra ShopperLab -un proyecto de colaboración entre la Universidad Complutense de Madrid y Campofrío-, malgastamos el 60% del tiempo en el supermercado dando vueltas sin rumbo por los pasillos.
Aunque es sano y recomendable desconfiar de la mayoría de estudios, a estas alturas hay una cosa que podemos tener muy clara: nuestros movimientos a la hora de hacer la compra están estudiados al milímetros para que nada quede al azar. Ni en qué pasillo está cada producto, ni a que altura, ni el color del paquete ni la dichosa música que suena.
De hecho, la citada cátedra que ha presentado este estudio se especializa precisamente en esto: estudiar el comportamiento del consumidor durante la compra, medir sus reacciones ante diferentes estímulos o saber cómo se mueve su mirada en el estante.
En este sentido, el estudio confirma que somos un poco dispersos a la hora de echar un vistazo a la oferta de productos: mirados en zigzag y eso hace que a veces cueste encontrar algo a la primera y, sobre todo, que el 40% de lo que hay en el lineal pasa inadvertido.
Aunque sería interesante saber cómo afecta el crecimiento de las compras online a nuestra actitud cuando vamos a una tienda -¿con más calma a buscar algo concreto o, al contrario, sin tiempo que perder acostumbrados a encontrar todo a golpe de click?- este estudio presenta algún otro dato curioso.
Como por ejemplo que solo dedicamos 25 segundos a elegir un producto. Algo que quizás expliqué por qué los fabricantes lo tienen relativamente fácil a la hora de tomarnos el pelo con el etiquetado. Sencillamente es que no lo leemos. Lo de pararse a leer la lista de ingredientes o el origen de los productos es, sin duda, una asignatura pendiente para el consumidor.
Estas sin algunas de las razones de porqué la gente prefiere comprar online. Que aunque también se pierde algo de tiempo es mucho más productivo.