Un solo ingrediente puede convertir un plato o receta de las de diario en algo un poco más especial. Algo así ocurre con la dukkah que, además de presumir de nombre exótico, es una combinación de frutos secos que merece la pena tener siempre a mano para condimentar un montón de platos.
De origen egipcio, aunque sea la primera vez que escuchas hablar de ella, en realidad es algo muy sencillo de hacer y que gusta a todo el mundo. Se trata simplemente de una mezcla que, con el sésamo como base, suma unos cuantos frutos secos triturados y especias al gusto.
Un par de cucharadas de esto -que además es muy sano- y las frutas con yogur de la mañana, la avena, una ensalada o unas verduras al horno se convierten en algo mucho más rico y apetecible.
Además, la buena noticia es que hacerlo en casa y preparar un buena cantidad para tener siempre un bote a mano es insultantemente sencillo.
Necesitaremos sésamo, avellanas, almendras y pistachos. Combinando las tres cosas queda muy bien, pero puedes saltarte alguna de ellas o sumar otra. No sabemos si hay puristas de la dukkah, pero si le pones, no sé, anacardos, nosotros no nos chivaremos y seguro que estará buenísimo también.
Si hemos comprado los frutos secos sin tostar -que sean sin salar, eso sí-, toca hacerlo en casa. En el horno caliente a 180 grados, bien extendidos en una bandeja, en unos 10 minutos estarán listos.
También lo puedes hacer en una sartén, moviéndolos de vez en cuando y, también, es solo cuestión de 5 o 10 minutos. El sésamo no lo tostaremos, al ser tan pequeño, las posibilidades de chamuscarlo son muy altas.
No necesitamos aceite ni ninguna grasa, porque ya tienen de sobra los frutos secos en cuestión. De hecho, cuando los tengamos tostados, toca triturarlos con una picadura o robot de cocina. Precisamente, como no nos interesa que suelten mucha grasa, lo haremos poco a poco, evitando que se calienten demasiado.
Y ya casi lo tenemos. Una pizca de sal le va muy bien para potenciar el sabor. También un toque de pimienta, aunque habrá que ajustar esta parte -también añadirle comino y otras especias- al uso que le vamos a dar. Para ensaladas o verduras, perfecto, pero claro, si la idea es añadirlo al yogur, por ejemplo, mejor dejar la dukkah más neutra y, en todo caso, separar un poco para una versión más espaciada.
Una receta sencilla y rápida, perfectamente adaptable a lo que tengamos por casa, y de esas que hará que muchos de tus platos suban de nivel.