Drunkin donuts

¿Drunkin donut? Esto suena a… sí, es exactamente eso que promete su ingenioso nombre: donuts tuneados con cremas de colorines y alcohol en una mezcla con pinta de ser tan curiosa como infame.  Si hay un vodka con sabor a donut, ¿por qué no un donut con sabor a vodka? Visto así, hasta tiene su lógica.

El invento viene, como no, de Nueva York y algunos ya apuestan por estas rosquillas espirituosas -vamos a registrar ahora mismo este concepto- como el relevo de los dichosos cronuts en la lista de la penúltima tontería de moda. Por variedad, eso sí, que no sea. Hay donuts de mojito, daiquiri, piña colada, martini…

Cada uno tiene 10º de alcohol, se hornean cada día y se sirven en paquetes de cuatro unidades por unos 10 dólares. Según sus ingeniosos creadores, se trata de la mezcla perfecta entre el postre americano por antonomasia y los mejores cócteles. Sin duda un gran desayuno para afrontar el día desde otra perspectiva. Sólo de imaginar la versión patria -llegará, no lo duden- combinada con un buen carajillo se nos achispa la mirada.

Además de donuts alcoholizados, también tienen bombones -aunque eso ya lo había inventado Mon Cheri y cuesta creer que exista algo más cargado-, cannolis herejes con los que brindar en memoria de nuestro amado Gandolfini y -cuidado con esto- también cupcakes.

Además de uno de champán, que nos parece perfecto para soportar una película de Sexo en Nueva York y luego no recordar nada, sin duda nuestro preferido es el prometedor «irish bomb car». Nada como un nombre tan políticamente incorrecto para una cosa tan cursi. De momento no hay envíos internacionales, pero ya estamos haciendo cola para encargar un par de docenas en cuanto se animen.