El décimo aniversario de uno de los mejores hoteles de Bilbao -y sin duda el que puede presumir de las mejores vistas sobre el Museo Guggenheim- y la inauguración del restaurante Doma con la firma de Martín Berasategui. Cuesta pensar en una ocasión mejor para visitar la capital de Bizkaia. Suponiendo que haga falta una excusa para plantarse en Bilbao, claro.
Instalados en la terraza del Gran Hotel Domine Bilbao donde se encuentra el nuevo Doma y con Puppy y la silueta de titanio del conocido museo como telón de fondo, el cocinero vasco y Raul Fernández-Acha (director general del hotel) brindaron por el décimo cumpleaños del establecimiento y la inauguración del nuevo restaurante de Martín Berasategui, que desde hace años ya ejerce de consejero gastronómico de la cadena de hoteles Silken.
Un discurso sencillo pero lleno de optimismo y «garrote» (palabro que sonará a los habituales de Robin Food, programa de ETB en el que Martín aparece cada semana) que se agradece en estos tiempos. «Todas esas cosas malas que dicen que van a pasar ya veréis como no ocurren», comentó Berasategui que posiblemente vive uno de sus mejores momentos en lo que a visibilidad y proyectos se refiere.
Marco incomparable que dicen los clásicos y, por supuesto, una comida a la altura de las circunstancias. Aunque no hubo ocasión de hincarle el diente al menú degustación de Doma -que según apunta la prensa gastronómica costará 87 euros y está en consonancia con los restaurantes que Berasategui tiene repartidos por toda la geografía peninsular- el cocinero con siete Estrellas Michelín y su jefe de cocina Mikel Leranoz animaron la velada con un espectacular desfile de alta cocina en miniatura.
Esferas de aceituna y gelatina de Martini, piruletas de foie y frambuesa, vieira con arroz inflado, unos huevos rotos con chistorra tan fáciles de comer como sabrosos, sorbete de calabaza con espuma de bacalao, un tartar de bonito (en plena temporada) que hacía saltar las lágrimas… Y por si fuera poco por allí también andaban los chicos de Keia cortando un salmón ahumado que bien merece un artículo propio.
Un auténtico lujo esta combinación hotelero-gastronómica que si la economía lo permite o si somos de los que preferimos ahorrar para este tipo de caprichos en lugar de otros, definitivamente merece la pena.
Por cierto, obligatorio -bilbainos incluidos- no perderse el desayuno del Gran Hotel Domine que se sirve en la misma terraza de la séptima planta. Más allá del habitual buffet (muy bien cuidado y servido) nos cautivaron los guiños a algunos clásicos del desayuno y «hamaiketako» – esa parada técnica a media mañana – de Bilbao: bollos de mantequilla, suizos, tortilla de patata (¿hay algo mejor que un pintxo de tortilla y un café a media mañana?), sandwiches dignos de la mejor barra de bar…
Anotado en la lista de hoteles a recomendar y Doma en menús a catar en próximas visitas. Que serán pronto.