Díselo con una patata

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¿14 de febrero y todavía sin regalo? Llegados a este punto, hay dos opciones: mandar a la porra a San Valentín y toda su parafernalia, o improvisar algo de última hora. Lo de bajar a alguna tienda abierta en domingo y volver con una horrible caja de bombones con forma de corazón, descartado. Preparar unos pinchos de panceta y decir que tú celebras San Pancetín puede estar bien, pero igual no todo el mundo comparte tu entusiasmo porcino. Y tampoco es recomendable para parejas vegetarianas, claro.

¿Y regalar una patata? Ni nos hemos vuelto locos ni la idea es nuestra. Por muy surrealista que pueda parecer, hay una empresa en Estados Unidos que lleva tiempo enviando patatas con mensajes personalizados para cualquier ocasión, desde un cumpleaños hasta, por supuesto, San Valentín. Se llama Mistery Potato y, además, parte de la gracia es que la susodicha patata mensajera llega de forma anónima.

Hay precios a partir de 8 dólares, aunque las más adecuadas para San Valentín son, claro, las patatas rojas, que se cotizan a 9 dólares la pieza, con el envío incluido. Para los que no anden muy sobrados de imaginación incluso proponen algunas ideas para inspirarse a la hora de encargar el mensaje. ¿Caro? Según como se mire, porque comparado con la foto de la patata del millón de dólares éstas son casi un chollo.

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El problema es que no sólo vamos un poco justos de tiempo, sino que los envíos sólo se hacen a Estados Unidos. La solución es fácil: robarles la idea a los chicos de Mistery Potato, coger una patata de la despensa, un rotulador negro y escribir allí nuestro mensaje de amor. Si además se acompaña con un buen desayuno, el éxito está asegurado. La cara de sorpresa también, así que si alguien se anima, por favor, que comparta con nosotros el momentazo.

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El año pasado en Estados Unidos se gastaron casi 19.000 millones de dólares en regalos para el día de San Valentín, y en la mayoría de casos fueron flores o dulces, apuntan estos defensores de la patata romántica. Frente a ello -aseguran- una patata no sólo es más original y personal, sino que dura más porque incluso puede plantarse y tener así nuestra propia cosecha de patatas del amor.

Claro que la opción de freírla o asarla para acompañar un estupendo brunch de San Valetín tampoco es descartable.

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