El Adviento -que empieza este domingo- es una época especial en Baviera. Este Land tiene unas tradiciones muy arraigadas y aunque muchas se han modernizado, mantienen intacto todo su encanto y el Adviento en Baviera es sinónimo de Weihnachtsmarkt o Christkindlmarkt.
Hace un par de días decidimos darnos una vuelta por el mercado navideño más famoso de Baviera, el que se celebra en Marienplatz (y alrededores) en Múnich. ¿Un mercado de Navidad en el centro de una gran ciudad? ¡Timo y turisteo, seguro!
Íbamos dispuestos a encontrarle pegas al Cristkindlmarkt y las tiene -mucha gente, precios algo elevados, etc.- pero la verdad es que pasear por este mercado es toda una experiencia que en seguida empezamos a disfrutar. Las luces, las casetas de madera, el frío y, sobre todo, el olor nos conquistaron. En unas zonas del mercado huele a canela, a jengibre, a caramelo, a frutos secos garrapiñados y en otras huele a salchichas, a brasa, a col caliente, a braten Kartoffeln. Nuestra alma cocinillas estaba vendida.
Empezamos haciéndonos con una taza de Glühwein -vino caliente y especiado- en uno de los puestos que nos recomendó una amiga muniquesa, justo en frente del Rathaus. Y cuando decimos taza, queremos decir taza de cerámica, porque en el Christkindlemarkt los vasos de plástico no se llevan. Bien.
Nos parecía cuanto menos curioso andar por la calle con una taza de cerámica pero la verdad es que nuestras manos -y nuestro organismo en general- agradecieron el calorcito dados los seis grados bajo cero que teníamos esa tarde en cuestión.
Así que allí estábamos, mirando belenes y adornos navideños hechos a mano con una taza llena de esa especie de brebaje medieval llamado Glühwein. Caliente, reconfortante, delicioso y con más azúcar que un disco de Rosana. Además es fuerte, con un par de tazas puedes empezar a tambalearte y con dos más, tendrás la peor resaca de tu vida. Así que: Glühwein sí, pero con moderación.
Lo suyo es acompañarlo con algún dulce que te llame la atención de los numerosos puestos que veas. Nosotros nos zampamos unas frambuesas bañadas en chocolate de un puesto precioso en la parte izquierda de la plaza y nos trajimos a casa unos dulces que hacen que se nos salten las lágrimas: los Lebkuchen.
Los Lebkuchen son unos dulces bávaros a medio camino entre la galleta y el pastel, hechos con miel, frutos secos, harina, mazapán, huevo y especias (jengibre, cardamomo, canela, nuez moscada, pimienta…). Algunos están bañados en chocolate o tienen otros ingredientes. Sea como sea, si venís a Baviera en esta época del año no podéis dejar de probarlos.
Nosotros terminamos la jornada -en lo que a zampar se refiere- con ellos, pero tenemos pendiente pasarnos a comer por alguna de las casetas de salchichas de las muchas que hay y comprarnos un par de botes de miel y mermelada bávaras.
Así que si tenéis pensado visitar estas tierras antes de Navidad, no dudéis en daros un paseo por el Christkindlmarkt. Estamos seguros de que hay puestos en los que pagarás la turistada pero, en general, la calidad de los productos suele ser más que aceptable, aunque el precio sea un poco elevado.
Lo mejor es que preguntes a algún alemán qué puestos te recomienda o fijarte en cuáles hay colas de turistas y en cuáles hay trabajadores de la zona y personas autóctonas. A nosotros, ese sistema no nos ha fallado… al menos, esta vez.
¿Turistada? Seguro que se paga, pero merece la pena dejarse llevar por el espíritu de la Navidad en estos mercados bávaros; tienes que ser muy Mr. Scrooge para no sucumbir.
Yo no conozco un mercado navideño más entrañable que el de Núremberg. Visité la ciudad por trabajo y el día que tuve la tarde libre para pasear por la ciudad cayeron las primeras nevadas del invierno quedando la ciudad y el mercado realmente espectaculares. Una taza de Glühwein bastó para terminar de desatar mi hasta ese momento escaso entusiasmo navideño.
Caro es, pero es como si fueras a un parque temático dedicado a la Navidad.
Hola Pirriacas,
¡Estoy de acuerdo, claro! A mi me encantó (de hecho hoy he vuelto a comerme una Bratwurst :D) pero es verdad que hay cosas que son un poco caras aunque tampoco en exceso. Entre 3 euros y 4’5 euros la tacita de Glühwein. Los lebkuchen o los frutos secos garrapiñados por ahí andan también, sobre los 3-4 euros la unidad o mini-cono. Quiere decir que en función de donde los cojas, quizá te vas a los 8-9 euros por una taza de vino caliente y algo para acompañarlo pero, como digo en el post, merece la pena. Los bávaros son muy de quejarse cuando algo no les gusta en un restaurante o en un comercio, por tanto, todo suele tener una calidad, como mínimo, aceptable.