Si hay algo divertido en esto de viajar, además de conocer otras culturas y países, es probar nuevos platos. Así que en nuestra última escapada a Nueva York aterrizamos con una misión clara: dar caza al heredero espiritual del cronut, el cupcaron. Si el primero era una mezcla entre un donut y un croissant, que en su momento provocó una notable histeria mediática, el nuevo invento neoyorquino es una especie de minicupcake que se corona con un galleta de macaron. Otro matrimonio franco-americano a base de dos hits pasteleros que vivieron momentos de gloria, pero cuyo mayor esplendor ya pasó.
Por lo visto, a este lado del Atlántico no ha llegado aún el invento, pero en Nueva York pueden encontrarse en cualquiera de las múltiples tiendas de la franquicia Baked by Melissa. Allí aseguran que es el nuevo postre de moda así que, de ser cierto, es posible que dentro de no mucho nos los encontramos en España en todas las panaderías y pastelerías.
Pero volviendo a Manhattan, en esta cadena de pastelerías nos encontramos con una amplísima variedad de minicupcakes que juegan con los sabores y los colores de forma bastante acertada. También juegan un poco con nuestro bolsillo, ya que la caja de tres unidades cuesta 3 dólares. Y así podemos ir subiendo hasta la de 12 por 10 dólares o, si te vuelves adicto, hasta 100 por 80 dólares.
Y dentro de su inmenso catálogo encontramos tres variedades de cupcarones (suena raro, cierto) que, la verdad, pueden pasar bastante desapercibidos en el mostrador. ¿No eran el postre de moda? El truco para identificarlos es buscar la galleta tipo macaron que los corona.
¿Y cómo es la experiencia cupcaron? ¿Merece la pena? La respuesta corta es que sí. Estas pequeñas magdalenas con crema y galleta son toda una delicia. Claro que con una combinación como esa tendría mérito hacer algo que no estuviera bueno. Lo mejor, sin duda, es buscar entre las diversas combinaciones de sabores que se pueden encontrar.
La única pega destacable es que, literalmente, en dos bocados te has zampado un dólar. Y como están buenas, te puedes acabar dejando un presupuesto considerable en el capricho. Pero nadie dijo que estar a la última en Nueva York fuera barato.
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Ahora en España lo copiaremos como gilipo… Si es que ya le hemos cambiado el nombre a las magdalenas por el de cupcake solo por puro snobismo
Lo que no inventen estos romanosUPS… americanos. Hay más azúcar que tamaño del postre.
Me temo que eso tenga azucar, el veneno lento que odio.
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