No sabemos muy bien si motivados por esa fiebre que le ha dado a todo el mundo con el nombre de la calle de Valladolid donde se encuentra la sede de Ikea en la ciudad, o si más bien ha sido la nostalgia que nos ha despertado la noticia de que Duralex cierra para siempre, pero hemos echado mano de los viejos catálogos de Ikea para estudiar cómo eran las cocinas en los inicios de la marca sueca.
No, no es que tengamos todos los catálogos en casa (aunque sí una buena representación, para que nos vamos a engañar), es que, por si alguien aún no se ha enterado, Ikea ha publicado en su museo virtual todos los catálogos de su historia para que los más mitómanos nos recreemos viendo cómo vivían en esa mítica Suecia del diseño ya en los años 50.
Los catálogos están disponibles desde 1950, toda una joya arqueológica que le dará a más de uno un disgusto si lo que espera encontrar ya desde el principio son referentes del diseño nórdico. Nada más lejos de la realidad: los diseños son tan rococós como en el resto del mundo por esas épocas. Y de las cocinas, ni asomo. Sofás, mesas, butacas, camas, lámparas y poco más. Y todo en blanco y negro, y con mucha letra.
No es hasta el catálogo de 1956 cuando aparece tímidamente el color. Eso sí, las cocinas ni están ni se les espera. Sí encontramos algún mueble para despensa o aparadores, así como mesas de comedor y sillas. Pero no es hasta el catálogo de 1962 cuando aparece la primera cocina. Primera y única, porque solo hay una y no vuelve a aparecer otra hasta 1968. Se ve que no eran mucho de cocinar por Suecia en aquella época.

Es curioso comprobar cómo esa primera cocina de 1962, pese a ser modular, se asemeja y mucho a aquellos tradicionales armarios que muchos de nuestros abuelos tenían en sus casas. Y que seguro que más de uno guarda aún. Y también resulta curioso ver cómo sus primeras cocinas compartían el mismo sistema modular PAX que Ikea tiene para el diseño de sus vestidores.
Es en la década de los 70 cuando las cocinas empiezan a adquirir poco a poco un cierto protagonismo en los catálogos de la marca sueca. Pese a ello, apenas ocupan 2 o 3 páginas, frente a las dedicadas a salones y dormitorios, por ejemplo.
Las cocinas de principio de los 70 son ya más amplias, y comparten espacio con armarios trasteros e incluso con mesas de trabajo. Con estructuras modulares, marca de la casa, y electrodomésticos a la vista, lo cierto es que no se alejan mucho de las cocinas a las que estamos acostumbrados hoy en día.
En el catálogo de 1974 Ikea ofrece ya la posibilidad de elegir entre diferentes frontales, con tonos rojos y negros como destacados, y que le dan a las cocinas un toque que nada tiene que envidiar a las cocinas que vemos hoy en día, no solo en los catálogos de la firma. Con pizarras en las paredes y los utensilios a manos para facilitar el cocinado, lo cierto es que a más de uno le costaría decir que se trata de imágenes de un catálogo de hace más de 45 años.
Mención aparte merecen las vajillas que encontramos en el catálogo de 1976, con diseños vegetales y florales que podrían hacer la competencia a más de una firma hoy en día. Una muestra más de que Ikea es y siempre será un referente a seguir en el mundo de la decoración, por mucho que le pese a algunos. Ikea ha democratizado el diseño -frase no por mucho repetida menos cierta- y ha hecho que nuestras casas luzcan mejor y se asemejen un poco a ese soñado, y casi siempre inalcanzable, diseño sueco.