‘Cocina de verano’, un delicioso recetario de 1955 que vamos a seguir usando en otoño para descubrir a Elizabeth David

Las casas de la mayoría de nosotros no dan para grandes bibliotecas, así que toca elegir muy bien los libros que merecen un espacio en las estanterías. No están las hipotecas o el metro cuadrado como para otro recetario de MasterChef, vaya.

La última incorporación a la nuestra ha sido esta nueva edición de Cocina de verano, de Elizabeth David, que recientemente ha publicado la editorial Debate. Se trata de un recetario original de 1955 de una de las mujeres más influyentes en la historia de la gastronomía.

No lo decimos nosotros sino que, atención, lo escribió en su momento la mismísima Julia Child. «Si aún no conoces a Elizabeth David, estás a punto de descubrir un mundo nuevo». Tus platos nunca volverán a ser los mismos».

Si alguien necesita una referencia o recomendación algo más contemporánea, Jamie Oliver no duda en señalar a esta cocinera como una de las mayores inspiraciones en su carrera.

David (1913-1992) escribió una docena de libros, además de incontables artículos en la prensa de la época. Una auténtica influencer de su tiempo. De las de verdad, de las que consigue cambiar la forma en la que la gente cocina y come. Algo que, en Reino Unido, por cierto, tiene especial mérito.

Un delicioso recetario de los que se concebían como guía de consulta real, no para hacer bonito en la mesa del salón. Sin imágenes, por supuesto, con textos cortos y concisos, muchos consejos y trucos, y una larga lista de recetas con inspiración francesa y mediterránea, pero pensadas para hogares ingleses.

Hay mucha ensalada y verduras, pero también una lengua de buey con puré de guisantes, unos riñones con champiñones, una terrina de jamón, cerdo y ternera, o un shik kebab.

«Mi objetivo al escribir el presente libro -escribía David- ha sido ofrecer recetas de platos ligeros y sencillos haciendo hincapié en dos aspectos de la cocina a los que cada vez se presta menos atención: la idoneidad de ciertos alimentos para determinadas épocas del año, y el placer de comer verduras, fruta, aves, carnes o pescado de temporada y, por tanto, los productos de mejor calidad, los más abundantes y los más baratos».

En 1955, recordemos. Casi 70 años después, hay que seguir recordando lo mismo y, lo más curioso, es que casi suena a revolucionario e innovador hablar ahora de temporada y de mercado.