Ocurre en todos los sectores, y la gastronomía no es una excepción: cuando salta el escándalo, una cosa es la postura de cara a la galería y otra lo que se comenta en voz baja o en círculos más cerrados. Ocurrió cuando el lío de los ya olvidados stagers, que ahí siguen, por cierto. Mientras casi todo el mundo ponía cara de escandalizado, en las cenas y tertulias se comentaba algo bien distinto y más parecido a un “pues claro, menuda sorpresa”.
Ahora los influencers son el nuevo tema de conversación. Es verdad que pocas cosas hay más fáciles que criticar a youtubers, instagramers, influencers y compañía. Todos lo hemos hecho. Yo el primero y cada día. A veces es miedo a lo desconocido, otras cierta envidia por lo aparentemente bien que viven y, en ocasiones, es sencillamente que son como un chiste.
Pero situémonos primero. El responsable del restaurante Tapas 3.0 de Salamanca dio la voz de alarma hace unos días al recibir una petición de una influencer anónima. Cenar en su local por la cara, hablar maravillas de él, compartir algunas fotos en la red social de turno, y todo ello por el módico precio de olvidarse de la cuenta y apoquinar 100 euros. Más IVA. Lo cual, al menos, es señal de que tributa.
— Jorge Lozano (@tapasdospunto0) September 1, 2017
Y claro, se ha desatado la tormenta. “100 euros y comida gratis”, repiten muchos echándose las manos a la cabeza en un gesto que tanto recuerda a esa escena de Casablanca -sí, siempre recurrimos a lo mismo- en la que el corruptísimo Louis Renault se hace el sorprendido al descubrir que se juega en el lugar en el que él mismo juega.
¿Sólo 100 euros?, se preguntan mientras tanto los que saben cómo funciona este mundillo, dando por hecho que la influencer anónima de turno tiene pinta de ser una don nadie con mucho seguidor comprado. Los que manejan muchos “k” -así se dice ‘miles’ en el argot de esta gente- no piden 100 euros, sino miles por una foto en Instagram. Y las agencias -ahí está el problema- se los rifan.
Y es que de eso estamos hablando, por mucho que pretendamos llevar el debate a temas mucho más divertidos como el morro que le echan algunos a la vida y la comida. Que sí, que se presta al cachondeo con tanto personal shopper, cool, chic y tanta tontería por medio. Pero, en realidad, esto va de publicidad. Y por la publicidad normalmente se paga y se cobra. En la televisión, en los periódicos y en las redes sociales.
Si los influencers venden sus campañas -esto no deja de ser una oferta de servicios a un restaurante- es porque hay quien se los compra. Si Dulceida, por citar a la reina de las influencers, factura muchos ceros, es porque hay agencias que se pegan por trabajar con ella. Punto.
Publicidad, famosos, famosillos y aspirantes a serlo. Nada nuevo en realidad. ¿No piden Ronaldo o Messi dinero por decir que unas zapatillas, un móvil o un coche son lo mejor del mundo? ¿Cuál es la diferencia con que lo diga esta influencer? Sí, que ella sólo pide 100 euros porque sabe que, por ahora, ese es su caché.
Tampoco es nuevo -y este sí es el verdadero problema- que en muchos casos estemos hablando de publicidad encubierta. Una práctica expresamente prohibida, pero que campa a sus anchas en Instagram y Youtube, convertidos en un escaparate del que muchos pretenden vivir, aunque pocos lo consiguen.
Estos aspirantes a famosetes de las redes apuntan ahora a los restaurantes como lo harían a cualquier otro sector en el que olieran que puede haber dinero y gente dispuesta a soltarlo. La hipocresía de quienes niegan cómo funciona esto pero en realidad participan en el circo resulta entrañablemente divertida.
Empezando por los restaurantes que llevan años alimentando estas prácticas y, sobre todo, por las agencias de comunicación, que públicamente reniegan de estos personajes pero luego juegan con ellos. Y de los medios que parecen descubrir algo tan viejo como la publicidad encubierta que tantas veces se cuela en sus páginas y pantallas. Y de los periodistas, que somos muy de escandalizarnos en el titular.
Porque aquí todos recibimos invitaciones. A probar un restaurante, a apuntarnos a algún que otro viaje de prensa más o menos exótico, o a una botella de vino con esa nueva añada que interesa probar. Lo mismo que quien habla de coches no se compra todos para probarlos, los periodistas gastronómicos tampoco pagan ni todas ni la mayoría de cuentas de los restaurantes. Quienes lo nieguen, sencillamente mienten. Quienes no lo entienden o creen que es una forma de comprarte, posiblemente es que su criterio y teclado esté en venta por una lata de sardinas de muestra.
No se trata de comparar este tipo de prácticas con los 100 euros de la dichosa influencer. Lo uno es periodismo -eso se supone- lo otro, publicidad. ¿No se pueden mezclar? De acuerdo. Entonces hablemos también de los críticos que montan ferias de gastronomía, de los que están a los dos lados de la trinchera, ejerciendo de periodistas y de agencias de comunicación y, en definitiva, de los miles de malabarismos que cada cual tiene que hacer para llegar a fin de mes. A ser posible, sin vender su alma al diablo.
Así que menos escandalizarse y más señalar y denunciar el problema real: la publicidad encubierta que llevan años colándonos y que ahora ha encontrado un nuevo canal. Lo otro, el morro, lo cool y las croquetas gratis es sólo algo de lo que reírnos. Pero puestos a hacerlo, mejor apuntemos más alto, no a alguien que se conforma con 100 euros.
Y otras personas muriéndose de hambre en otras partes del mundo…
Alucina ahora que mañana es tarde ¡¡
Vamos que YO ¡¡¡ Que he trabajado y trabajo en varios rodajes de peliculas puedo pedir dinero por la cara ser uno de estos caraduras ?
Hay de todo ¡¡
La diferencia es que esta «influencer» se ofrece, y como bien dices gente estilo Dulceida la gente se la rifa.
Si se ofrece y es una «influencer» que esta empezando, tendria ella que como minimo no querer cobrar esos 100 euros.
Igualmente el tema de los/as «influencer» es como los «youtubers» y ahora van a empezar a salir como churros por todos lados.
¿Y ese dinero que ganan los influencers tributa a Hacienda?
Porque si no pagan impuestos queda claro que es dinero en B ¿no?
Además ese modo de actuar tiene algo de mafioso. Desconozco el nombre del delito, pero ciertamente no deja de ser un fraude hacia el consumidor y una extorsión hacia el restaurante que no sólo no esperará buenas críticas, en caso de que se niegue, sino algunas más malas de lo que se pueda merecer.
¿Eso no es denunciable?
El timo no es dar de comer gratis y pagar por ello, el timo es pagar por traer alguien a tu local que no conoces de nada y que te vendan publicidad sin ningún contrato de por medio.
Si por ejemplo le dan de comer a esa persona y le pagan y luego no publica nada que pasa?
Pues eso que hay mucho lazarillo en este país en busca de ciegos a los que engañar y aprovecharse de ellos.
Para mí un «influencer» (hace falta ser repipi para utilizar ese nombre) no es más que un listillo o listilla, que ha sabido comerles el coco a un montón de jovenzuelos sin cerebro ni personalidad alguna, y que necesitan a un «líder» o hermano mayor para que les guíe en este complicado mundo. La estupidez humana es infinita.
Cuanta envidia
Cuánta envidia veo por aquí!!
Montad un blog y luego haceros ricos con él si tan fácil creéis que es.
Es un trabajo como otro cualquiera en el que se vende publicidad, como puede hacer una TV o un periódico.
Por cierto, #4. Si pide 100+IVA será que SÍ tributa
Hay que tener mucho ego y poquísima visión de la realidad para pensar que por hablar de chorradas como los colores que se llevan eres una persona con influencia en los demás. Qué gente más vacía, para ellos la vida solo es vestirse pensando en que la gente te va a mirar y mucho las van a mirar cuando pasen de cierta edad. Gente patética y sus seguidores lo mismo.
Los comentarios de esta noticia reflejan lo que es este país: un país de envidiosos y gente que critica sin tener la más mínima idea de lo que critica. Hay un término llamado «publicidad» en la cual, una empresa invierte una cantidad de dinero o producto y a cambio, la otra implicada le da visibilidad para que esa empresa reciba más posibles clientes. Vaya, probablemente os he descubierto un nuevo mundo del que no sois conscientes.
¿Vais a vuestro trabajo y trabajáis gratis? Pues respetad el trabajo de los demás. A lo único que os dedicáis es a menospreciar la vida ajena debido a que no podéis o queréis tener una vida similar. En este país, si no trabajas en lo que no te gusta, cobrando una basura y explotado día tras día para poder quejarte con gusto, no es considerado trabajo. Deberíais replantearos la cantidad de estupideces que decís sobre las cosas que desconocéis y esforzaros en mejorar vuestra vida y vuestra empatía hacia los demás.
Dicho todo esto, antes de dar lecciones a nadie sobre cómo debe vivir su vida o sobre lo que tiene que hacer o dejar de hacer, mirad hacia vosotros mismos y valorad si vuestra vida es lo suficientemente interesante como para poder vivirla sin necesidad de valorar lo que hacen o dejan de hacer los demás.
– Influwebber
«La estupidez humana es infinita.»
Lo único de toda la noticia que tiene razón, porque hay que ser estúpido para considerarte alguien como para juzgar algo de lo que no tienes ni idea. Seguid con vuestra gran vida de crítica hacia los demás, mientras os quejáis de que el «gobierno nos censura» o el «sálvame es basura».
No me extraña nada de nada. Tenemos una tienda online y no sabéis la de peticiones diarias que recibimos de «envíame productos gratis y te promociono en mi cuenta de twitter/isntagram/youtube» de personas que no tienen ni 1.000 seguidores…
El colmo de los colmos fue una que nos pidió productos gratis y a cambio publicaba una foto en su facebook personal, que como tenía muchos amigos seguro que nos daba un huevo de promoción, claro que sí guapi, me sale más barato pagar 1€ a Facebook por publicidad y tengo mejores resultados.
La gente tiene más cara que espalda.
– pasn
Yo no aplaudo las formas de la gente que opina aquí, pero si es cierto que estos «influencers» representan una ideología que debería ser inmediatamente abolida. Estos individuos, deando de lado que hagan mejor o peor su trabajo, que tributen o no como los demás, que trabajen más o menos duro que los demás oficios de este mundo, se dedican a hacer creer que su manera de vivir, es la socialmente correcta a jovenes que tienen una personalidad muy baja o muy moldeable.
En si mismo, estas personas, representan un modo de pensar y que su única fuente de ingresos, es hacer creer que su manera de pensar es la que «se lleva» y la que se debe seguir socialmente, creando clones de jovenes sin personalidad.
En los institutos, la gente ya no está en grupos social/ribales, ahora se representan a si mismos con un seguir, un idolo que les afecta directamente y les dicta como vestir, como ser, como actuar y en que gastar su paga del mes.
Y dime -pasn, eso no se asemeja a una secta? o al fascismo? La diferencia es que estos cobran y no se esconden de decirlo.
Y eso no es lo peor, lo peor es que encima algunos de estos sujetos, extorsionan y chantajean a negocios que viven de su reputación, pues para un restaurante no ceder a un chantaje de alguno de estos «influencers» puede repercutir en su reputación.
Debo añadir, que esta «moda» de los «influencers» viene debido al fácil acceso a la tecnología que tiene la juventud, que no es malo, pero es un acceso con demasiada libertad, sin control, sin vigilancia y desde la total ignorancia.
Muchas personas con el cuento de hacer publicidad viven del cuento.
Valga la redundancia.
Morro. Fin del debate.
Influencer = vago parásito que no vale para otra cosa.
Pero sobre todo la culpa la tienen los IMBÉCILES que les siguen o que les ríen las gracias.
Quien es Dulceida?
Totalmente de acuerdo con lo dicho por Pasn.
La gente que critica a los llamados Influencers no tiene ni la mas mínima idea del camino que han tenido que seguir o por lo que han tenido que pasar para llegar a tener esas cifras de seguidores. Esto es como el huevo de Colón. Una vez que esta gente ha demostrado lo que pueden conseguir,no falta alrededor la recua de escocidos y envidiosos que claman al cielo por esta situación en vez de aceptarlo,vivir y dejar vivir o tratar de lograr su éxito si tan fácil les parece.
Para todos los incultos del tema, un canal de Youtube lleva detrás mucho esfuerzo,dedicación y trabajo. Los que realmente triunfan o han triunfado, lo abrieron como un hobby, grabando y editando después de cumplir con su jornada laboral. Posteriormente, viendo la repercusión que tenían, fueron las grandes empresas las que llamaron a su puerta haciéndoles ofertas que no pudieron rechazar. Pero no os equivoqueis, al principio fue un trabajo no remunerado que les quitaba mucho tiempo y suponía un gran esfuerzo.
Nadie cobra solo por abrirse un canal en Youtube. Pero con constancia y dedicación llegó un día en que lograron dedicarse a esto al 100% porque por varios motivos pudieron permitírselo ¿Y tienen que pedir disculpas por ello? Aquí lo que pasa es que a los críticos les da envidia no poder verse en su lugar.
Cuidado! No digo aue todos sean buenos ni que todo el contenido que crean sea digno de mención, pero precisamente por eso pienso que hay que separar el grano de la paja y reconocer un trabajo bien hecho.
Y al que piensa que son gente patética y sus seguidores lo mismo… seguro que es uno de esos que se golpea en el pecho con fuerza cuando su equipo juega cada fin de semana. Tan borregos (o no) pueden ser los seguidores de un Influencer como los de un equipo de futbol y otros cientos de cosas mas y no veo tanta crítica en otros sectores.
Abrid la mente
vaya cuento los influencers que viven del cuento de sus seguidores y encima algunas empresas se lo creen y pican , toda esta purría de influencers no sirven ni valen para nada , sus seguidores son igual de colgados , que poco trabajan y poco hacen vaya manera de engañar a la gente y los negocios que les pagan o invitan a comer para nada, la mejor publicidad es el boca a boca y la calidad de los productos , si tenemos que hacer caso de estos predicadores sin estilo ni clase alguna mal vamos
TAN LOCOS ESTOS GALLEGOS