En la cocina la inspiración a menudo llega de la mano de recetas tradicionales, de libros de cocina, e incluso de la necesidad de dar salida a lo que ha quedado en el fondo de la nevera. En otros casos, como en este, la idea del plato nace con un ingrediente. Encontramos calabacines redondos en la tienda y nos encaprichamos de ellos hasta el punto de saltarnos la temporada natural (verano) de este producto. Y es que nada más verlo supimos que estaban destinados a ser rellenados.
No es que la receta no se pueda hacer con calabacín normal – no hay gran diferencia de sabor entre el redondo y el alargado – pero estéticamente no es lo mismo. Este tipo de calabacín tiene la forma y la medida ideal para una ración. El único problema es que no es tan fácil de encontrar como el otro. En ese caso, podéis utilizar calabacín tradicional o incluso alguna otra hortaliza como pimiento, berenjena o la que haya a mano.
El relleno es apto para dummies, pero que lo fácil no nos quite lo aparente. Una presentación y un nombre resultón para un plato que no requiere más de 30 minutos en la cocina.
Ingredientes (para 4 personas):
- 4 calabacines redondos
- 1 pechuga de pollo
- Verduras variadas (pimiento, berenjena, cebolla…) o media bolsa de pisto congelado para una preparación exprés.
- Nata
- Queso de cabra tierno
Preparación:
Lo primero es cocer los calabacines. La forma más fácil, rápida y limpia es al vapor en el microondas. Cortamos la tapa superior y los ponemos en un estuche de silicona con un poco de agua. En 7-8 minutos están listos. Una alternativa es hervirlos hasta que estén un poco tiernos o en una vaporera tradicional.
Mientras se cuecen los calabacines cortamos el pollo en dados pequeños. La idea es que casi parezca carne picada a cuchillo. Sazonamos con sal y pimienta y lo doramos en una sartén con un poco de aceite. Reservamos.
En la misma sartén salteamos las verduras que nos apetezcan cortadas a dados. Una buena opción para acortar aún más el tiempo de preparación, y que además funciona de maravilla, es utilizar un preparado de pisto congelado.
Cuando los calabacines se hayan templado, aprovecharemos para quitarles la pulpa con una cuchara, con mucho cuidado para no romperlos. Una vez vacíos los ponemos a escurrir para que echen todo el agua.
En cuanto estén las verduras a punto las trituramos con un buen chorro de nata hasta obtener textura de mousse. Mezclamos bien con el pollo. Rellenamos los calabacines – no olvidéis salar el interior – con la mezcla de pollo y verdura y terminamos con unos dados de queso de cabra por encima para gratinar en el horno.
Nosotros lo presentamos con un poco de puré de patatas – en la mesa esperaba un comensal de poca edad al que había que seducir con algo conocido – pero podemos acompañar con algunas de las verduras salteadas sin triturar. Otra idea es preparar una salsa de pimiento del piquillo (triturar pimientos con un poco de nata) para que nos sirva de base y decoración.