Boicot al vodka ruso: una medida simbólica que suele afectar a marcas que, en realidad, no son rusas

Más allá de las sanciones económicas que la comunidad internacional ha impuesto a Rusia por su ataque a Ucrania, hay quienes han decidido aplicar sus propias medidas, en una escala más local, para presionar a Putin. Y, si pensamos en productos rusos, ¿qué es lo primero que nos viene a la cabeza? Posiblemente el vodka.

A este licor han apuntado diversos estados de EE.UU. que ya han pedido la retirada de marcas rusas de vodka del mercado y, en algunos casos, que sean sustituidas por firmas ucranianas.

Estados como Utah y New Hampshire ya han pedido la retirada de las bebidas rusas de las tiendas. En Ohio, por ejemplo, han señalado directamente a la marca Russian Standard, solicitando que las tiendas del Estado dejen de importarlo y venderlo.

Mucho más cerca, en Barcelona, la sala Luz de Gas acaba de anunciar que dejará de servir vodka de origen ruso y que ofrecerá en su lugar marcas francesas, polacas o suecas.

¿Una medida simbólica o realmente puede ser una forma de presión? Las cifras dejan bastante claro que se trata de lo primero, tal y como recuerda CNN. De entrada, porque el vodka ruso tiene una presencia casi anecdótica en el mercado estadounidense (apenas el 1%).

Además, dejando a un lado que igual un productor de vodka no tiene nada que ver con la política de Putin, también porque este tipo de ideas suelen llevar a confusión. Marcas que pueden parecer rusas o que tuvieron allí su origen, en realidad se fabrican en otros países de la región o incluso en Estados Unidos.

De hecho, ya en 2013 el vodka ruso estuvo en la diana de muchos consumidores como forma de protesta contra las leyes homófobas del gobierno de Putin, y numerosos bares y pubs de diversas ciudades del mundo dejaron de servirlo. Curiosamente, la marca más afectada fue Stolichnaya, que no es rusa, sino letona.