No es fácil conseguir mesa, nos avisan. Y no es la típica frase hecha para presumir de éxito, como comprobamos un miércoles cualquiera a mediodía. Abierto desde el pasado mes de agosto, el fulgurante despegue de Bibo en la Castellana madrileña ya se comentaba a finales de verano, y sumergidos ya en pleno otoño está claro que no era algo pasajero.
Y es que el aterrizaje en Madrid de Dani García era algo muy esperado tras el estreno de este mismo formato más informal en Marbella. ¿Democratización de la alta cocina? Es una buena forma de decirlo, aunque visto el enorme globo, el atún, y las bombillas que hacen un guiño a la Feria de Málaga, casi nos gusta más hablar de un viaje desde la capital a la cocina y el sur de este chef con dos Estrellas Michelin y una carrera ascendente.
Presiden los 800 metros cuadrados de este espacio una gran barra circular en la que tomar algo o comer si, por ejemplo al mediodía, se va con algo de prisa. O sencillamente no hay sitio en las mesas, como suele ocurrir si no se ha reservado con tiempo.
Para facilitar el recorrido por la amplia carta, la oferta se estructura en diversos apartados: ensaladas y sopas frías, frituras andaluzas, una sección dedicada al atún de Barbate (el tartar con yema de huevo es muy recomendable) y a la charcutería de Cádiz (ojo al chicharrón), platos y piezas grandes para compartir (pollo relleno, lomo asado…) y también propuestas más ligeras en forma de brioches y tapas.
Así que hay margen de sobra para volver unas cuantas veces sin repetir ningún plato, aunque resulta difícil no caer en la tentación de tirar de algunos de los clásicos de García como el gazpacho de cerezas, la tapa de yogur de foie o el milhojas de queso y foie.
¿Precio medio? Unos 45 euros, nos aseguran. ¿Posibilidades? Casi infinitas, porque a la larga carta -ojo también a la selección de vinos de Jerez- se le suman las opciones de meriendas por las tardes y un brunch de fin de semana que está consiguiendo animar una zona con mucho más movimiento a diario que los festivos.
Sólo lleva unos meses abiertos, pero sin duda estamos ante un nuevo clásico en Madrid. Las modas duran poco en la capital, pero algo nos dice que lo de BiBo es más que otra moda pasajera.
