Por Iker Morán
Barbastro, provincia de Huesca. Biarritz, localidad costera -y de alto standing, como suele decirse- en el País Vasco Francés. Pues resulta que un pastel es la conexión entre estos dos pueblos que, así a simple vista, no parecen demasiado cercanos.
El origen de este baile geográfico nos los explican en la pastelería Albás, en pleno centro de Barbastro, donde, desde hace décadas, fabrican este dulce basándose en la receta de 1903. Lourdes Campo, de la familia propietaria del negocio, anda por allí y nos explica que aunque hay otros establecimientos del pueblo que elaboran un pastel similar -los Lamines del Coso, muy ricos también- ellos compraron en su día la receta original.
¿Por qué llamar Biarritz a un pastel oscense? Muy sencillo: por aquellos años, a principios del S. XX, Biarritz era el destino de moda de las clases pudientes de España y Francia, así que se decidió bautizar con este glamouroso nombre a su pastel más representativo. Y hasta hoy.
El obrador, al que nos asomamos justo para hacer la foto -lo del secretísimo de la receta no parece broma- es tan sencillo como la lista de ingredientes del pastel Biarritz: azúcar, huevo y sobre todo almendra, elemento básico del pastel. Así que buena noticia para celiacos, nada de harina por aquí.
Lo de elaboración artesanal en este caso no es uno de esos lemas comerciales para rellenar hueco en la caja. Según nos cuenta el pastelero encargado de hacerlos cada día, se necesitan unas 8 horas para realizar 500 pasteles. Cada uno, por cierto, va envuelto en su envase individual para intentar conservarlo mejor, aunque seguro que no nos dura mucho la caja.
Con estas credenciales, elaboración e historia hablar de precios es casi feo, pero ni es ni nadie espera que sea barato. Para hacerse una idea: la caja pequeña con 6 unidades cuesta 8 euros.
¿Se venden muchos? Mejor no hablar de cifras, pero evidentemente la crisis también se nota en un capricho dulce como este. De todos modos -nos cuentan- la gente del pueblo y los turistas que se pasan por Barbastro mantienen viva la tradición de llevarse a casa unos Biarritz.