Así se come en el Mobile World Congress

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Ha protagonizado todos los titulares y telediarios durante estos últimos días: el Mobile World Congress, una de las ferias tecnológicas más importantes del mundo, repite su cita anual en Barcelona y, con ella, todo el circo que suele rodear a este tipo de encuentros internacionales y multitudinarios.

Hoteles con los precios duplicados y el cartel de completos, restaurantes con reservas repletas para toda la semana, algunos listos que pretenden hacer su agosto eliminando ese menú del día que les da de comer el resto del año y, en general, la ciudad volcada en este evento que, entre otras cosas, también se supone que trae unos cuantos millones de euros.

Pero más allá de lo que ocurre alrededor de la feria, dentro también existe una especie de ecosistema gastronómico de lo más curioso. Y gracias a esa doble vida que llevamos entre la tecnología y la gastronomía -o viceversa- nos ha tocado vivirlo desde dentro y poder así responder a lo que quizás más de uno se ha preguntado estos días: ¿qué come esta gente que va con la acreditación colgada al cuello y el móvil siempre en la mano con cara de prisa?

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Comparado con el nivel medio de las ferias -nos ha tocado cubrir unas cuantas en nuestra vida de periodistas tecnológicos- el nivel es alto y los precios sólo caros, en lugar de ser directamente un atraco a mano armada, como suele ocurrir cuando se tiene reunida a tanta gente hambrienta, sin tiempo ni ganas de salir ahí fuera a ver si encuentran algo mejor. Aunque, teniendo en cuenta que por Barcelona ya se ha visto algún restaurante avispado que durante esta semana ha anulado el tradicional menú del día, tampoco esa parece una opción totalmente segura.

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Así que, más allá de los saraos que organizan las marcas para sus invitados y prensa, y en las que los clásicos triunfan -jamón, sangría…- la oferta de restaurantes y comida rápida es bastante amplia. Tanto como para tener un apartado específico en la guía que se entrega a los visitantes y en la aplicación móvil que cada año se lanza para la ocasión.

Pese a que esto podría ser un paraíso para la llamada street food, y seguro que más de uno agradecería salir de los bocadillos tradicionales, por ahora parece que la idea no cunde. No parece que instalar un local en la Fira de Barcelona -fijo o eventual para estos días- sea especialmente barato como para que se anime algún emprendedor.

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Pese a ello, siempre hay algo de margen para el exotismo, y este año la palma se la lleva la Molletería, montada por Cañota y su mollete de pulpo. Eso sí, a 17 euros con ensalada y bebida. Anotado queda en la lista de pendientes para darnos el capricho el último día, antes de que el Mobile World Congress cierre sus puertas.

Y es que, pese a los tradicionales lloros de los periodistas, lo cierto es que estos días vamos sobrealimentamos a base de cookies hipercalóricas y café en la sala de prensa. Además, la acreditación de prensa también da acceso al comedor principal, gestionado por GastroFira, y en el que se ofrecen cuatro zonas temáticas con menús de comida china, japonesa, de oriente medio y Sudamérica. Suena a PortAventura, pero aquí es con traje, corbata y más prisa.

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Las cifras son bastante espectaculares: unos 90.000 congresistas, 20.000 comidas servidas al día, 35.000 bocadillos, 200 cocineros trabajando en los menús las semanas previas, 18 toneladas de alimentosLa organización Nutrición sin fronteras se encargará de gestionar la comida sobrante (unos 1.700 kilos el año pasado) para destinarla a asociaciones y bancos de alimentos.

En ese contexto, y con un rancho de estas dimensiones, la verdad es que encontrarse unos mochis o un brownie de té verde entre los postres, o un hummus aceptable entre el menú de oriente, no está nada mal. Las empanadas vegetales y los fideos japoneses -nos aseguran algunos compañeros- también se dejan comer. O eso, o es que hay hambre, matizan otros.

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Aunque no apto para foodies con complejo de Anton Ego, lo cierto es que hemos comido bastante peor en otros sitios. Como valoración para una feria, eso equivale a un aprobado alto. Eso sí, para deleite de la prensa nacional y local, que así ya tiene con qué llenar unas cuantas páginas, parece que Mark Zuckerberg sigue prefiriendo comer fuera de la feria.

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